La historia del Día D o el desembarco en Normandía es conocida. Una masiva y crucial jugada militar que a la postre terminó sentenciando la derrota de los nazis en el frente occidental, en la Segunda Guerra Mundial. Pero detrás de una operación como esta no solo está en juego la táctica militar pura y dura, sino que también la capacidad de engaño de cada bando… Y los Aliados supieron cómo sacar provecho de esta área de la guerra.
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Fue así como «entró» en combate uno de los ejércitos más grandes y poderosos: tenía al general más temido por los nazis, el estadounidense George Patton, y lo componían las mejores unidades de las fuerzas de Estados Unidos, Reino Unido y Canadá. Se trataba del Primer Grupo de Ejércitos de Estados Unidos, apostado en Dover, Reino Unido, listo para invadir la Francia ocupada por los nazis por el paso Calais. Claro que esta fuerza tenía otra característica: era completamente inflable… Sí, solo globos que simulaban tanques, aviones, barracas, no existía nada, solo era una mentira.
El terror de los nazis
Patton venía de grandes triunfos en Africa y en la liberación de Sicilia, Italia. Su estilo directo y su capacidad de estratega chocaban con sus acciones y discursos subidos de tono. Fiel a este estilo, en los preparativos del Día D, Patton golpeó a un soldado que sufría un ataque de estrés por combate dentro de un hospital de campaña. «No mereces estar junto a soldados heridos», aseguró el militar. Esto podría haberle costado su carrera, pero Patton era temido por los nazis y el alto mando Aliado quería sacarle provecho a esta fama.
El general fue dejado en Sicilia alejado del combate, lo que los nazis interpretaron como una inminente invasión por esa zona. Después fue llevado a El Cairo y, de inmediato, los militares alemanes señalaron como posible una invasión por los Balcanes. Hasta que Patton llegó al Reino Unido y asumió el mando del Primer Grupo de Ejércitos de Estados Unidos.
Con esta determinación Hitler terminó de convencerse: el mejor general de los Aliados estaba apostado en Dover con una poderosa fuerza, confirmada por los aviones espías nazis. Todo indicaba que la invasión a Francia llegaría por Calais.
Fue entonces cuando se dispuso de decenas de tanques, barracas, camiones y jeep, todos inflables. A ojos de los aviones espías nazis, un poderoso ejército listo para la invasión.
A parte de estos globos, los Aliadas realizaron constante comunicaciones radiales entre el ficticio Primer Grupo de Ejércitos de Estados Unidos y el comando central, lo que reforzó la idea de la invasión por Calais. Hitler concentró sus fuerzas en la zona frente al canal de la mancha y se despreocupó de Normandía, ubicada más al sur de Calais. El resto de la historia, que cumple 75 años, ya es conocida.