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Monstruos en el desierto: Recuperan en Calama restos del depredador marino más letal del Jurásico

Un equipo de la Universidad de Chile descubrió en Cerritos Bayos la aleta y cráneo de un pliosaurio, una bestia marina que podía llegar a los 10 metros. Aún están en trámites del permiso para desenterrar al rey de los mares.

El desierto de Atacama, que hoy tiene la chapa del lugar más inhóspito y seco del planeta, era todo lo contrario hace millones de años. En el Jurásico, de hecho, la zona estaba cubierta por un mar fértil, hogar de la más variada fauna marina que la época podía ofrecer. Y en ese período, donde habitaban ictiosaurios y cocodrilos marinos, quien reinó fue un temido reptil gigante que fue hallado hace poco: el pliosaurio.

Desde hace varias décadas se sabe que Calama fue una cuna de la megafauna prehistórica de hace 150 millones de años. Por lo mismo, últimamente son varios los investigadores que se han trasladado allí en busca de grandes hallazgos paleontológicos. Tal es el caso del equipo presidido por Rodrigo Otero, y que lo acompañan Sergio Soto, Jhonatan Alarcón y Osvaldo Rojas, del Museo Histórico Natural de Calama.

El trabajo les ha permitido publicar los descubrimientos de restos fósiles de cocodrilos marinos y dinosaurios voladores -pterosaurios- en 2015, sin embargo, el mayor aún se lo traen entre manos.

Fue en 2017 cuando los paleontólogos, liderados por Otero, del Laboratorio de Filogenia de la Universidad de Chile, encontraron una aleta gigante en medio del desierto, en la zona de Cerritos Bayos, que está a pocas decenas de kilómetros de Calama.

Por el tamaño, determinaron que se trataba de un pliosaurio, un prospecto de la naturaleza que por estos días no tendría rival en el planeta. Tampoco tenía competencia en su tiempo: la bestia marina podía alcanzar los 10 metros de longitud, dotados de cuatro aletas, cráneos enormes y dientes varias veces más grandes que los de los cocodrilos actuales.

«Eran animales marinos supradepredadores, estaban en el tope de la cadena alimenticia», explica Sergio Soto, paleontólogo de la Universidad de Chile.

Por su parte, la especialidad de Soto son los cocodrilos marinos, que, según cuenta, eran «bien particulares porque son muy diferentes a los actuales. Estaban adaptados a la vida marina, tenían aletas en vez de patas, cola como la de un pez y podían vivir hasta altas profundidades», relata. Sin embargo, agrega, «el pliosaurio se ha convertido en la estrella de la zona».

Tras el hallazgo de la aleta de pliosaurio, el equipo de paleontólogos llegó en diciembre pasado al cráneo del dinosaurio. Luego comenzaron la tarea titánica de la excavación para rescatar al resto fosilizado del animal, ya que, según creen, las dos partes identificadas permiten creer que el resto del cuerpo estaría completo, e incrustado en la roca.

Los investigadores están financiados por un Proyecto Anillo de Conicyt, pero la envergadura del animal aún los tiene buscando fondos para financiar el «rescate» completo. Desenterrar un fósil jurásico, pese a lo que se pueda creer, no se trata de excavar la tierra y sacar hueso por hueso. Dado el valor patrimonial de los restos, y su fragilidad, los investigadores deben extraer la roca por completo, transportarla y en el laboratorio separar los restos.

«A pesar de que ser rocas, igual son frágiles porque se meteorizaron con el tiempo, perdieron la parte orgánica y son como cristal», explica Soto.

Dado lo raro del descubrimiento, pensando en que no hay registros de pliosaurios jurásicos en Sudamérica, el equipo no descarta que se trate de una nueva especie de dinosaurio.

Cerritos Bayos

Los hallazgos se dan en un trozo del desierto que bien podría convertirse en la capital paleontológica regional o mundial. «Ya es la zona más importante de la zona norte de Chile», dice Osvaldo Rojas, de la Corporación de Cultura y Turismo de Calama.

Cerritos Bayos «es un depósito de origen marino que corresponden al Jurásico y que por condiciones tectónicas se han elevado a esta zona andina del norte de Chile. Por eso encontramos especies marinas a 130 kilómetros de la costa» cuenta Rojas.

Sobre el pliosaurio, el director de conservación y museos de la zona aclara que, mientras buscan el mecanismo preciso para extraer grandes bloques de roca y subirlos a camiones, están «a la espera del pronto permiso del consejo de monumentos nacionales para la prospección».

«Todos los fósiles son patrimonio, pero los de Cerritos Bayos son peculiares porque representa una edad que no está representada en Sudamérica. En el mundo hay unas 3 o 4 localidades de la misma edad. Es un evento poco conocido y provoca interés porque probablemente sea fauna nueva para la ciencia», dice el paleontólogo.

De hecho, a pocos kilómetros de allí, en la quebrada San Salvador, Rojas señala que se encontraron «vestigios del Jurásico continental, lo que nos está permitiendo reconstruir la antigua paleoecología de este sector de los Andes».

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