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Silencio, animales desorientados y un bajón en la temperatura: así es vivir en primera persona un eclipse solar total

Durante toda la historia, el país ha vivido 14 eclipses solares totales. El más icónico es el de 1994, lugar donde un historiador vivió in situ la desorientación de los animales, la baja en la temperatura y el silencio ante tan impresionante fenómeno

Un eclipse solar total, como el que se verá el próximo 2 de julio en la Región de Coquimbo, es muchas cosas menos una sorpresa. Hace milenios los seres humanos ya cuentan con los conocimientos para predecir en cual segundo y punto específico del planeta ocurrirá. Así y todo, la experiencia de vivir uno es tan escasa en tiempos de una vida humana, que no presenciarlo jamás es opción.

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Desde que Chile comenzó a independizarse, hace ya más de 200 años, han sido apenas 14 los episodios de eclipses totales de Sol que se experimentaron en el país. De hecho, las personas que observen el próximo martes la «totalidad del eclipse» en Coquimbo, aquella franja donde la luna tapa al astro rey en un 100%, deberían vivir otros 360 años para observar un fenómeno similar en la misma zona.

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El último antecedente data del 11 de julio de 2010, en Isla de Pascua. El más antiguo, por su parte, ocurrió el 24 de marzo de 1811 en la Isla Dawson. El más simbólico de todos, eso sí, fue el que sucedió el 3 de noviembre de 1994, en Putre.

Se trató del primer eclipse solar al que la televisión chilena pudo llegar, y quedó inmortalizado en los despachos in situ de Patricio Bañados, desde Arica y toda la zona.

Fue junto al cometa Halley de los momentos gloriosos para la astronomía en el siglo pasado. Eso empapó de entusiasmo a varios, como por ejemplo al hoy historiador Fernando Castillo, académico de la Universidad Andrés Bello, quien con 18 años en esa época, se arrancó a más de 2.000 kilómetros para llegar a Arica y vivir junto a sus familiares la emoción de vivir un eclipse.

La pregunta es, ¿qué se siente durante un eclipse? «Lo que ocurrió en 1994 fue impresionante. No sólo por el tema científico, sino porque ese año tuvo un contexto muy particular por el hecho de ser en Putre. Allá son asentamientos aymaras, y para ellos el Sol cumple una función mágico religiosa trascendental», rememora Castillo.

Afiche promocional de 1994.

Silencio

Pese a estar a fines del siglo XX, rememora el historiador, hubo muchas personas en el norte del país que vivieron el fenómeno con un cierto resquemor. Nadie pensaba en el apocalipsis, aunque no eran pocos los que vieron malos augurios aquel 3 de noviembre. «El sentido simbólico fue potente en la zona», rememora.

Según cuenta el académico, a falta de redes sociales, Arica se tapizó completamente de afiches que confeccionó la Universidad de Tarapacá, con una postal del Parque Nacional Lauca. Ese archivo es el mismo que Castillo atesoró durante años como archivo personal, además del vídeo familiar en VHS de la cita.

Fernando Castillo, historiador que vivió el eclipse de 1994.

«La capacidad hotelera recuerdo que estaba agotada, cosa impensada para esa época. Yo me puse junto a miles de personas en la plaza de Arica», dice Castillo. Si bien el espectáculo completo dura varios minutos, la «totalidad» fue de apenas 3 minutos y 47 segundos.

¿Hubo gritos en ese momento? «Nada, en esos segundos se vivió un silencio absoluto. Lo que más me quedó grabado fueron los pájaros. Hubo un comportamiento muy anormal de las aves: bandadas completas moviéndose por todos lados, seguramente buscando refugio porque pensaron que estaba acabando el día», afirma el historiador.

Debido a la menor cantidad de luz solar, la sensación térmica también cae de golpe. Eso sí, Castillo señala que jamás llegó al punto de sentir frío, aunque no descarta que haya sido producto de la gran aglomeración a su alrededor.

Dado lo poco conocido del fenómeno y la desinformación de la época, fueron varios los que osaron ver directamente al sol con los ojos, sin lentes especiales de por medio. «Por estos días, el tema de los medios causa aún más expectación en la gente y también tiene más conocimiento. De todas formas, lo más interesante es cómo hechos como este acercan los hechos científicos al común de las personas. Desde el punto de vista histórico, un eclipse siempre es importante y genera cosas en la ciudadanía», señala Castillo.

Imagen del eclipse de 1994 en Putre.

El primer registro en película

Hace ya 61 años que la Región Metropolitana no vive un eclipse total solar. Fue el 12 de octubre de 1958, en Rancagua, que durante 2 minutos y 23 segundos el cielo se oscureció por completo. El evento se apreció a 80 kilómetros de Santiago, sin embargo, sí pudo ser visible en su totalidad por unos pocos segundos en la capital, favoreciendo a quienes estaban al sur de la Estación Metro Salvador.

Fotografía del evento captado en Rancagua.

Casi por suerte, astrónomos del Instituto de Astrofísica de la UC encontraron una placa de filmación en las dependencias del Observatorio Manuel Foster, el antiguo y primer observatorio chileno construido en la cima del San Cristóbal en 1903.

Del grupo anónimo de astrónomos que grabó el registro, aún nada se sabe. Lo cierto es que las imágenes fueron reveladas en la Cineteca Nacional y se convirtieron en un tesoro para la astronomía nacional.

 

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