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Modificar los nidos o morir: el incierto futuro de las aves del fin del mundo

Un equipo de investigación estudió la reproducción de 5 especies en Isla Navarino. El trabajo abre varias interrogantes sobre lo que podría suceder por distintas presiones ambientales como el cambio climático y las especies invasoras.

No hay duda alguna que el sur de nuestro país es un gran tesoro. Principalmente por su riqueza en flora y fauna. Y es en aquella zona de nuestro país que se encuentra el área protegida boscosa más austral del mundo. Se trata de la Reserva de la Biosfera Cabo de Hornos cuya biodiversidad ha evolucionado aislada del continente durante millones de años.

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La falta de anfibios, reptiles y mamíferos depredadores han erigido a las aves como los vertebrados terrestres dominantes del territorio, representadas en el bosque por 28 especies residentes y migratorias. Aunque dichas aves se distribuyen en otros lugares de Chile, las poblaciones del extremo sur presentan comportamientos únicos. Así ocurre con sus estrategias de reproducción, las cuales son poco conocidas, en especial para aquellos que nidifican en copas abiertas y no en cavidades.

Un estudio único 

pájaros

Un equipo de científicos elaboró el primer estudio sobre las estrategias reproductivas de cinco especies de aves que habitan en Navarino, una de las principales islas de la Reserva de la Biosfera. Hablamos del cometocino patagónico (Phrygilus patagonicus), cachudito (Anairetes parulus), zorzal patagónico (Turdus falcklandii), fío fío (Elaenia albiceps) y chincol (Zonotrichia capensis).

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“Comparamos las estrategias reproductivas de las aves de Navarino con las poblaciones de más al norte (latitudes bajas), en especial con el zorzal que contaba con más datos. Vimos que en la isla ponen más huevos por nidada, algo que sucede con otros animales cuando te alejas del Ecuador», subraya Rocío Jara, científica del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y del Programa de Conservación Biocultural Subantártica de la Universidad de Magallanes.

Monitoreando 103 nidos

La investigación fue publicada en la Revista Chilena de Historia Natural, donde se monitorearon 103 nidos de las cinco especies. Con la ayuda de cámaras de imagen térmica y la observación en terreno, se encontraron nidos para analizar distintas características de los mismos.

Se constató que en Navarino estas especies estarían en peligro. El cambio climático las está dejando sin suficientes insectos para alimentación, sus nidos están en zonas bajas corriendo gran riesgo con los depredadores y el escenario para la crianza de polluelos es cada vez más compleja.

Así luce un nido de la especie «cometocino».

“Notamos que los zorzales de isla Navarino construyen los nidos muy cerca del suelo. Esto tiene sentido pensando en que los depredadores comunes son aves rapaces, pero en La Araucanía los zorzales construyen los nidos a 4 m de altura en promedio, ya que abundan carnívoros terrestres como zorros o felinos silvestres. Los nidos de Navarino siguen una gran estrategia para esconderse de los tiuques, pero puede que ahora sea una amenaza frente a los visones”, advierte Ramiro Crego, investigador del Instituto de Biología de la Conservación del Smithsonian (Estados Unidos), y miembro del IEB durante el estudio.

Temperaturas y cambio climático 

En cuanto a las temperaturas, esto tiene que ver, entre otras cosas, con la disponibilidad de alimento. Muchas aves consumen insectos y ajustan sus periodos reproductivos para que coincidan con los momentos de gran abundancia de estos invertebrados. De esa manera, podrán alimentar con mayor seguridad a sus polluelos.

“Los cambios en las temperaturas del ambiente pueden afectar los ciclos reproductivos de los insectos, y con esto existe el riesgo de que se produzcan desfases entre los periodos de mucha abundancia de insectos y la temporada reproductiva de las aves, con la amenaza de que los pichones nazcan cuando hay poca comida. Esto puede afectar el éxito de los padres para criar polluelos saludables y mantener las poblaciones”, explica Crego.

Jara agrega que “está demostrado, especialmente en Europa, que el cambio climático afecta a estas especies, sobre todo a las migratorias. Si el año es más caluroso, las plantas empiezan a madurar antes y los insectos salen antes, entonces, cuando llegan las aves migratorias ya pasó el boom de comida.”

Un techo para el nido

Durante las temporadas reproductivas, los investigadores siguieron a los ejemplares adultos, tomando una serie de precauciones, ya sea para no alterar su comportamiento o para evitar ser vistos por aves rapaces que pudieran depredar los nidos después. Fue así como hallaron anécdotas sorprendentes, como el fío fío que instaló una clase de techo en su nido.

“Nos pareció super interesante, porque eran estrategias que no se habían comentado antes. Ese fío fío eligió un árbol que estaba muerto, no tenía hojas ni ramas, pero acarreó unas cuantas ramitas y le armó un techo al nido. Al año siguiente volví al mismo lugar e instalé una cámara para monitorear este mismo nido que ahora era viejo. Observamos que llegó un fío fío, no sabemos si el mismo de la vez pasada, y se llevó todos los materiales del nido, posiblemente para construirlo en otro lado”, relata la investigadora del IEB.

 

 

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