La última serie de moda trasmitida por HBO fue Chernobyl, y ahí se aprecia como la Unión Soviética movía los hilos políticos y burocráticos para distorsionar la realidad y la información que le interesaba que su población supiera. Algo parecido pasó ahora 33 años después luego de un accidente de un submarino.
PUBLICIDAD
Un nave que transitaba por el Mar de Barents, supuestamente realizando investigaciones sobre el medio ambiente y el fondo marino, sufrió un incendio que le costó la vida a catorce personas, entre las que había siete oficiales.
A pesar de que la información del gobierno ruso indicó que el submarino realizaba labores pacíficas, Wladimir Putin se negó a dar más detalles sobre las causas del supuesto accidente y declaró el asunto como un «secreto de Estado».
Las víctimas fallecieron intoxicadas, y medios rusos informaron que el submarino afectado pudo haber sido uno nuclear modelo AS-12, también conocido como Losharik, utilizado para operaciones a gran profundidad, generalmente de carácter militar.
El vocero del Kremlin, Dmitri Peskov, se limitó a informar que «esta información no puede hacerse pública en su totalidad. Entra dentro de la categoría de secreto de Estado, El estado mayor de las fuerzas armadas rusas dispone de una información completa sobre la tragedia».
El ministro de Defensa, Serguei Shoigu, se trasladó a la base militar de Severomorsk, en el Artico, para encabezar las investigaciones. El secretario de Estado también informó que en el accidente hubo sobrevivientes (sin especificar cuantos), entre los que destaca un civil que junto con otras personas fue protegido en un lugar herméticamente cerrado.
Kursk
La reciente tragedia recordó el accidente del submarino nuclear Kursk, de 155 metros de largo y cuatro pisos de altura, que el año 2000 se hundió durante un ejercicio naval en el Mar de Barents con 118 tripulantes a bordo.
PUBLICIDAD
Lo más terrible de ese caso fue que al momento de la explosión de un torpedo sólo habrían fallecido siete marinos, y el resto tuvo una lenta agonía.
Como es su costumbre la Armada rusa intentó al principio mantener en secreto la tragedia, sin embargo los familiares de los marineros y oficiales del Kursk empezaron a presionar públicamente para saber de la suerte de sus seres queridos, y finalmente las autoridades reconocieron el desastre.
La investigación oficial informó que los últimos sobrevivientes sólo resistieron cuatro horas después de la explosión. En los restos reflotados del submarino se encontró la siguiente nota: «Todos los tripulantes de los compartimentos sexto, séptimo y octavo pasaron al noveno. Hay 23 personas aquí. Tomamos esta decisión como consecuencia del accidente. Ninguno de nosotros puede subir a la superficie. Escribo a ciegas. Parece que no tenemos grandes posibilidades (de vivir). Un 10 o 20%».