Un ataque aéreo a un centro de detención para migrantes en la capital de Libia causó al menos 44 muertos y más de 130 heridos en la madrugada del miércoles, dijo la misión de Naciones Unidas en el devastado país.
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Es probable que el incidente plantee nuevas preocupaciones sobre la política de la Unión Europea de aliarse con las milicias del país norteafricano para impedir que los migrantes crucen el Mar Mediterráneo, lo que a menudo los deja a merced de brutales traficantes de personas o varados en sórdidos centros de detención cerca de las líneas del frente.
El ataque también podría aumentar la presión de Occidente sobre Khalifa Hifter, un general libio cuyas fuerzas lanzaron una ofensiva sobre el débil gobierno de Trípoli en abril. El gobierno asentado en la ciudad culpó a su autodenominado Ejército Nacional Libio (ENL) del incidente y pidió que la misión de apoyo de la ONU establezca un comité para investigar lo ocurrido.
Un vocero de las fuerzas de Hifter no respondió de inmediato a los llamados telefónicos y mensajes pidiendo comentarios. Medios locales reportaron que el ENL lanzó ataques aéreos contra el campamento de una milicia próximo al centro de detención, ubicado en el vecindario de Tajoura.
Imágenes que circulaban por internet y fueron tomadas supuestamente en el interior de las instalaciones mostraron sangre y restos humanos entre los escombros y las pertenencias de los migrantes.
El ataque alcanzó un taller con armas y vehículos y un hangar adyacente donde estaban retenidos unos 150 migrantes, en su mayoría sudaneses y marroquíes, según dos migrantes que hablaron con The Associated Press bajo condición de anonimato por temor a represalias.
Los migrantes dijeron que tres o cuatro personas salieron ilesas y alrededor de 20 resultaron heridas. El resto fallecieron, apuntaron indicando que el número de víctimas mortales final podría ser mucho mayor.
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Según la ONG Médicos Sin Fronteras, en la celda destruida había 126 migrantes. El coordinador médico del grupo en Libia, Prince Alfani, dijo que sus equipos visitaron las instalaciones apenas unas horas antes del ataque. Los sobrevivientes temían por sus vidas, agregó pidiendo el desalojo inmediato de este tipo de centros.
La agencia de refugiados de la ONU también condenó el incidente en el centro de detención, que acoge a un total de 616 migrantes y refugiados, y pidió que se paralicen de inmediato los esfuerzos para devolver a los migrantes a Libia.
Hace menos de dos meses, ACNUR advirtió que los internos en Tajoura estaban en peligro de verse atrapados en los combates por Trípoli, recordó el vocero de la agencia, Charlie Yaxley. Entonces, un ataque aéreo en las inmediaciones hirió a dos migrantes. ACNUR movilizó a equipos médicos a la zona tras el último incidente, añadió Yaxley.
Las fuerzas de Hifter controlan gran parte del este y el sur del país, pero la semana pasada sufrieron un importante revés cuando milicias aliadas con Trípoli recuperaron la estratégica localidad de Gharyan, a unos 100 kilómetros (62 millas) de la capital y que era clave para la llegada de suministros.
Oded Berkowitz, un analista de seguridad especializado en el conflicto libio, dijo que las tropas de Hifter tienen «un puñado de aviones obsoletos” que están “en malas condiciones”, y apuntó que recibieron piezas de repuesto de Egipto y posiblemente de Rusia, además de aeronaves fuera de servicio de ambas naciones.
«Egipto y Emiratos Árabes Unidos han estado realizando operaciones aéreas en nombre del ENL, pero no hay indicios de que Emiratos haya transferido aviones al ENL”, señaló.
Fathi Bashagha, ministro del Interior del gobierno asentado en Trípoli, afirmó que detrás del ataque había países extranjeros aliados con Hifter. En declaraciones a The Associated Press dijo que los patrocinadores extranjeros del general «se volvieron locos» cuando sus fuerzas perdieron. El funcionario no ofreció nombres ni evidencias para respaldar su afirmación y negó que en el centro de detención se almacenasen armas.
La lucha por Trípoli amenaza con sumir a Libia en un episodio de violencia similar al de 2011, cuando se derrocó y asesinó al dictador Moamar Gadafi.
Al menos 6.000 migrantes de Eritrea, Etiopia, Somalia y Sudan, entre otros países, están encerrados en docenas de centros de detención que están gestionados por milicias acusadas de tortura y otros abusos. La mayoría fueron detenidos por guardias costeros financiados y formados por la Unión Europea mientras intentaban cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa.