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En base a tecnología de impresión 3D: ingeniero chileno creó los “frenillos invisibles” a bajo costo

El inventor desarrolló un software y creó sus propias impresoras 3D y resina para que enderezar los dientes cueste hasta un 60% más barato. Wizz, su empresa, ya se expandió a otros países de Latinoamérica.

Decir que Chile tiene una alta prevalencia en anomalías dentomaxilares suena a jerga técnica poco entendible. Sin embargo, si se aclara que más de la mitad de los niños en el país debería usar frenillos, ahí a la mayoría de los padres les hace sentido, y, por sobre todo, les duele el bolsillo.

La cita al odontólogo para fijar los conocidos y temidos braquets, o frenillos, es algo que gran parte de los chilenos hará alguna vez en su vida. Eso lo ratifica el último Informe del Minsal sobre la Situación Dental en Chile: el 33,3% en niños y niñas de 4 años de edad sufre algún problema dentomaxilar, 38,3% en el grupo de 6 años y 53% a los 12 años de edad.

Y la tendencia va en alza también en los adultos, ya que se estima que cuatro de cada diez personas que usa frenillos, tiene 30 años o más. El dilema es que una sonrisa más estilizada y saludable cuesta, y bastante, con tratamientos que sobrepasan tranquilamente los $700 mil o más.

Eso le molestaba mucho a Javier Liberman, ingeniero de la Universidad de Chile que decidió tomar cartas en el asunto y crear Wizz, un mecanismo de ortodoncia invisible que quiere dejar atrás a los frenillos, a través de un desarrollo que se amasó íntegramente en Chile, y que promete costar hasta un 60% menos que los tratamientos convencionales.

«Los frenillos tienen un montón de costos ocultos que no me gustan. Aparte odio ese conflicto de interés en que a las clínicas les sale más lucrativo tener a sus pacientes por más tiempo», cuenta el ingeniero de 27 años a Publimetro, que se considera a sí mismo como un nerd empedernido.

Liberman decidió iniciar su memoria en 2016 con la última tecnología en ortodoncia que se tenía en Estados Unidos: los alineadores invisibles. Él quiso perfeccionarlo y hacerlo lo más barato posible. Tras conseguirlo, fundó su empresa, con ayuda de OpenBeauchef, la plataforma de innovación de su universidad, y consiguió saltar al mercado recién el año pasado.

Según explica a Publimetro el propio fundador, Wizz es tanto un servicio dental, como un software, una impresión 3D y un alineador. Eso, porque para abaratar costos, el chileno debió armar la cadena completa: crear un software, buscar sus propios centros de escaneo, crear sus impresoras 3D y desarrollar su propia resina para los alineadores invisibles.

«La idea es que cualquiera pueda ir a nuestros centros de escaneo, donde se toma una muestra 3D. Luego nuestro software propio calcula cómo deberían moverse los dientes y los resultados son revisados por el equipo odontológico. Tras eso, se imprimen en impresoras 3D los alineadores, que son una celulitas muy delgadas y livianas que van sobre los dientes», cuenta Liberman.

El emprendimiento es uno de los once seleccionados en el Programa Ingeniería 2030 de Corfo, y se presentó la semana pasada como uno de los finalistas y el representante de la U. de Chile.

«Actualmente, se generan más del doble de hallazgos científicos y tecnológicos que hace cinco años atrás, y en las facultades de ingeniería se disponen de más de 800 académicos y profesionales dedicados 100% a realizar actividades de innovación», celebra Fernando Hentzschel, Gerente de Capacidades Tecnológicas de Corfo.

 

Pero, ¿cuánto cuesta el «frenillo tecnológico» chileno? Algo así como $370 mil. Eso sí, dice Liberman, eso contempla desde que se realiza el escaneo, hasta que el usuario queda totalmente satisfecho con sus dientes. «Si a los 5 años la persona siente que necesita ajustar un diente, eso va incluido», señala.

Los alineadores invisibles, a los que se puede acceder a través de la página www.wizz.life, se deben usar 22 horas al día, y se van modificando cada dos semanas hasta que los dientes quedan en una posición óptima. Incluso tienen un plan premium, en el que los frenillos se convierten en algo que raya lo futurista: se conectan a cualquier USB y funcionan como aceleradores de blanqueamiento.

Para el ingeniero, su secreto es «que tenemos nuestra propia resina 3D, que la fabricamos químicamente nosotros. Un litro de resina puede valer desde 6o a 140 dólares, a nosotros nos cuesta 10 dólares. Es como nuestra propia fórmula secreta de la Coca Cola», dice entre risas.

«Lo mejor de este emprendimiento es que busca hacer a los tratamientos de ortodoncia mucho más accesible para las personas, a través de un desarrollo hecho totalmente acá. Es cierto que somos poco conocidos, pero vamos en crecimiento», cierra el fundador. La empresa, que tiene recién un año, ya cuenta con 9 centros en Chile y 4 oficinas en el extranjero: Ciudad de México, Bogotá, Buenos Aires y Sao Paulo.

 

 

 

 

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