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El “terminator” congoleño fue declarado culpable de crímenes de lesa humanidad

Bosco Ntaganda reclutaba a la fuerza a niños para que fueran a la guerra y a las niñas las convertía en esclavas sexuales.

En Chile se usa el término «más malo que el natre» para definir a alguien sin sentimientos cuya alma es oscura como la noche. Así es Bosco Ntaganda, el líder miliciano del Congo que fue condenado por la Corte Internacional de la Haya por delitos de lesa humanidad.

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Tan macabras eran las prácticas del militar apodado «Terminator», que sus propios hombres le temían, y a diferencia del Terminator del cine, habría sido responsable de muchas más muertes que el androide personificado por Arnold Schwarzenegger.

En el juicio se probó que el condenado después de someter a sus enemigos en batalla (muchas veces civiles) ordenaba a sus soldados violar a las mujeres para que «mantuvieran en alto la moral».

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Una practica habitual de sus tropas era reclutar a la fuerza esclavas sexuales de poco más de diez años, y las más lindas eran forzadas a convertirse en «esposas» de los generales. La suerte de los niños no era mejor porque los obligaban a tomar las armas y defender a balazos una causa que les era ajena cuya única salida era la muerte.

Terminator nació en 1973 en Ruanda, a los 17 años se unió al Frente Patriótico de ese país que puso fin al genocidio perpetrado en 1994 por la mayoría hutu contra la minoría tutsi. Luego se unió al Ejército Patriótico de Ruanda con el que participó en la invasión armada del Congo en 1996, y se quedó ahí.

Entre el 2002 y el 2003 fue el periodo en que Bosco detentó mayor poder cuando se integró en la Unión de Patriotas Congoleños como jefe militar. Permaneció ahí hasta el 2005, en su mejor momento llegó a liderar a 50 mil hombres, y se lo acusa de asesinar en un año a cinco mil personas de las comunidades lendu, bira y nande.

Inocente

La Corte Penal Internacional ya había emitido su primera orden de arresto en contra el guerrillero el 2006, bajo la acusación de reclutar a niños soldado durante la Segunda Guerra del Congo, pero el presidente del país en aquel momento, Joseph Kabila, se negó a detenerlo y alegó que no quería poner en peligro «la paz nacional».

En mayo de 2012, como resultado del juicio a su antiguo jefe Thomas Lubanga, la Corte añadió nuevos cargos contra él: asesinato, violación, ataques deliberados contra civiles y persecución por motivos étnicos.

Disputas internas con otros líderes militares debilitaron su poder y lo obligaron a entregarse el 2013. Lo hizo por sorpresa en la Embajada de Estados Unidos de Ruanda.

En los alegatos finales Bosco insistió en que era una blanca paloma y declaró: «Soy un revolucionario, no un criminal». Sus abogados argumentaron que el propio Ntaganda debería ser tratado como víctima, porque también fue un niño soldado, y dijeron que el acusado era “como un padre por las tropas, y de ahí lo de usar la expresión ‘niños’ para los reclutas. Según sus representantes eran jóvenes, pero no menores”.

En tanto el tribunal consideró probado «más allá de la duda razonable» que Ntaganda fue el responsable directo de los crímenes de asesinatos y persecución, e indirecto del resto de cargos a los que se enfrentaba. La Corte Penal Internacional lo declaró culpable de trece crímenes de guerra y cinco de lesa humanidad. Para los próximos días se espera su condena.

terminator (Michael Kooren/AP)

 

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