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El corralito que terminó con De la Rúa huyendo en helicóptero de la Casa Rosada

El fallecido ex presidente argentino intentó controlar el malestar popular que lo cercó en la Casa Rosada, pero su represión provocó 30 muertos y no le quedó otra que arrancar.

Para la mayoría todos los muertos son buenos, y puede que Fernando de la Rúa haya sido una excelente persona, pero como presidente lo hizo muy mal; tanto así que terminó su mandato en diciembre del 2001, dos años antes de tiempo, arriba de un helicóptero que lo sacó de una Casa Rosada rodeada por manifestantes que reclamaban por su pésima gestión.

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El ex presidente radical que falleció hoy a los 81 años venció al peronismo para acceder al poder, y heredó del gobierno de Carlos Menen una terrible crisis económica que prometio enfrentar y superar, pero todo le salió mal.

La popularidad del 75% con la que asumió en diciembre de 1999 se desintegró rápido, y la alianza entre radicales y la centroizquierda que lo llevó al gobierno terminó con la renuncia del vicepresidente Carlos “Chacho” Álvarez, tras un escándalo de coimas en el Senado. De la Rúa se quedaba solo.

El corralito fue la lapida para su gobierno porque indignó a la población, que instigada por sus opositores políticos, realizó violentas manifestaciones que motivaron la represión policial que terminó con 30 muertos y más de 400 heridos.

De la Rúa intentó evitar una crisis bancaria y para eso ordenó el 3 de diciembre del 2001 limitar la libre disposición de dinero en efectivo, a plazos fijos, cuentas corrientes y cajas de ahorro. Eso fue bautizado como corralito y se tradujo en la imposibilidad de los argentinos de sacar su dinero, mientras veían con desesperación como sus ahorros perdían valor real al devaluarse el peso.

La suerte del entonces presidente ya estaba echada. El malestar popular se tradujo el día 19 en saqueos y barricadas que el 20 llegaron a cercar el palacio de gobierno.  A las cuatro de la tarde de ese día De la Rúa se jugó su última carta: pronunció un discurso por televisión en el que convocó a la unidad nacional y le pidió al peronismo armar un esquema de coalición que hiciera frente a la crisis.

Su llamado no fue oído y ese fue su fin. El presidente reunió a sus ministros y les dijo:“Hice todos los esfuerzos; convoqué a la unidad nacional y no fui escuchado”.

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A las 19.45 los disturbios estaban en las puertas de la Casa Rosada y entonces un texto con la renuncia del presidente a mano escrita fue distribuido entre los periodistas que estaban en el lugar. Siete minutos después el abogado arrancó en un helicóptero, al mismo tiempo que su carrera política se iba a mejor vida.

Al día siguiente la Asamblea Legislativa aceptó su renuncia y el presidente provisional del Senado, Ramón Puerta, se hizo cargo formalmente del poder, pero sólo fue el primero de cinco presidentes que tuvo Argentina en diez días, hasta que el Senado proclamó a Eduardo Duhalde que completó el periodo en diciembre del 2003.

 

 

 

 

 

 

 

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