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Un niñito de seis años está entre las víctimas del tiroteo del Festival del Ajo

El pequeño puertorriqueño recién había estado de cumpleaños, y su mamá y abuela resultaron heridas en el ataque que le costó la vida a dos personas más y al criminal.

Al sur de San Francisco, California, se encuentra la localidad de Gilroy, famosa en EEUU por el Festival del Ajo que se realiza hace décadas ahí, en donde los asistentes pueden probar toda la gama de preparaciones del sabroso condimento.

El domingo un hombre con un rifle de asalto abrió fuego indiscriminadamente, mató a tres personas e hirió a quince; algunas de ellas de gravedad, antes de ser asesinado por la policía.

El jefe de policía de Gilroy, Scott Smithee, indicó en conferencia de prensa que el atacante cortó una cerca perimetral para evitar los detectores de metales y tener acceso al festival, donde disparó a mansalva.

El agresor fue identificado el lunes como Santino William Legan, y parecía disparar al azar cuando abrió fuego a las 17.30 al final del evento de tres días que atrae a más de cien mil personas a la localidad conocida como “La Capital Mundial del Ajo”.

Julissa Contreras estaba ahí y contó que vio a un hombre blanco de unos 30 años disparando con un rifle. «Pude verlo disparar en todas las direcciones. No apuntaba a nadie en concreto. Sólo iba de izquierda a derecha y de derecha a izquierda».

Toda la vida por delante

La muerte de un niño es algo que remueve los cimientos del razonamiento humano, y si es por causas tan violentas e inexplicables como por el tiroteo, aún peor.

Un pequeño puertorriqueño de seis años, identificado como Steven Romero, fue una de las víctimas mortales, y también resultaron heridas su mamá y su abuela.

«Sólo espero que haya justicia y que atrapen a otra persona, si es que hubo más involucrados. Quiero justicia para mi nieto», dijo la abuela, Maribel Romero.

Steven había estado de cumpleaños hace sólo unos días en el parque Legoland, en California. El día del tiroteo había ido al concierto con su madre y su abuela, mientras que su papá, Alberto Romero, decidió quedarse en casa con su hija de nueve años.

La mamá recibido dos disparos en la mano y la abuela uno en la pierna. «Mi hijo tenía una vida por delante y tenía sólo seis años», dijo el afligido papá.

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