Hace unos meses la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló en un estudio que para el año 2050, la mitad de la población mundial será miope. La situación es grave considerando lo mucho que se valora el sentido de la vista.
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Una investigación global, realizada por Signify señaló que el 86% preferiría renunciar a su audición en lugar de a la vista, pero solo un tercio (33%) cuida sus ojos de forma activa o se realiza exámenes oculares periódicos.
Pocos se preocupan de la luz que eligen
La calidad de la iluminación puede tener una gran influencia en el confort del ojo. Sin embargo, solo un tercio (32%) de los encuestados lo tiene en cuenta al tomar decisiones sobre la compra de ampolletas o iluminación.
Andrew Stockman, profesor del Instituto de Oftalmología de la University College London (UCL), explica que «el tipo de iluminación que utilizamos día a día puede tener un impacto en nuestra calidad de vida».
Categorizar los parámetros
«Por ejemplo, controlar el color y la intensidad de la iluminación a lo largo del día puede mejorar nuestros patrones de sueño, que pueden ser críticos para el bienestar y la salud. Por el contrario, la luz artificial que parpadea y las luces estroboscópicas pueden tener efectos nocivos en la calidad de vida y provocar molestias oculares, dolores de cabeza y con poca frecuencia, convulsiones epilépticas», añade.
Diversas apuestas han tratado de revertir la situación, como los parámetros «EyeComfort»que incluyen efectos de parpadeo, luz estroboscópica, resplandor y dimerización. Así se puede estar informado a la hora de elegir una ampolleta.
¿Cómo nos afecta esto en Chile?
¿Y como está nuestra visión en Chile? Dennis Cortés, presidente de la Sociedad Chilena de Oftalmología señaló a Publimetro que «las principales causas de discapacidad visual en el mundo, y en nuestro país, son los vicios de refracción (hipermetropía, astigmatismo y miopía), las cataratas, el glaucoma y las enfermedades a la retina, tales como la degeneración macular etaria y la retinopatía diabética».
Respecto al efecto de las pantallas, Cortés señala que la información no es concluyente, pero que genera «molestias irritativas, con la sensación de arenilla, el enrojecimiento ocular y la visión borrosa fluctuante».