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Trabajadores biónicos: proyecto pionero pone a prueba exoesqueletos en las operaciones mineras chilenas

La Universidad Católica del Norte está probando un proyecto para que operarios de un horno minero en Mejillones mejoren su calidad de vida. Si todo sale bien en dos meses, la tecnología futurista podría ser una realidad en las operaciones mineras del país.

Aunque parezca una escena futurista, una empresa minera en Mejillones usa «trabajadores biónicos» en sus hornos industriales. No se trata de droides ni de brazos robóticos gigantes, sino que de un proyecto que busca dotar a los trabajadores tradicionales de exoesqueletos.

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La iniciativa es pionera en lo que a operaciones mineras se refiere. Nació en la carrera de Ingeniería Civil Industrial de la universidad Católica del Norte y busca demostrar que convertir a los operadores en «semi robots» podría mejorar la productividad en las faenas. En este caso, el exoesqueleto está pensando para quienes se encargan del mantenimiento de los hornos de la empresa Molyb, una minera filial de Codelco.

En simples palabras, un exoesqueleto es una especie de armazón que se adosa al cuerpo y simula una estructura ósea mecánica externa, cuestión que otorga al cuerpo humano ventajas físicas y de coordinación superiores a la natural.

«Los operadores del hornos de tostación de Molibdeno realizan mucho sobreesfuerzo. Tienen que levantar unas barras que pesan hasta 20 kilos kilos y trabajan con ellas durante 12 horas, además de estar en un ambiente con mucha polución. Aparte dentro del horno la temperatura supera los 900 grados, por lo que los trabajadores están expuestos a 50 grados afuera», explica Fernando Ayala, jefe de carrera de Ingeniería industrial de la UCN.

Exoesqueleto en Mejillones.

La idea es evitar los daños musculoesquelética que sufren los trabajadores por sus extenuantes jornadas, sometidos a turnos de 7 días seguidos . Para el plan, importaron un modelo de exoesqueleto de la marca Ekso Bionics, que a mediados de julio ya está siendo probado por los operarios.

Pero, ¿qué tanto ayuda un exoesqueleto? «Se parecen a los aparatos de la película Avatar. Son barras que asemejan los huesos y que distribuyen las fuerza. En el fondo, el esfuerzo lo hace el aparato y el trabajador sólo se encarga de dirigir los movimientos», cuenta Ayala.

La prueba en Mejillones se extenderá por dos meses, tiempo en el que la empresa evaluará la posibilidad de adquirir las máquinas de forma definitiva. La productividad se ha convertido en todo un tema para la industria minera, y desde la UCN creen que estos armazones mecánicos bien podrían ser una solución al dilema.

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«El problema con este tipo de faenas son que la productividad no es constante, va decayendo según el cansancio del operario. La propuesta es que el rendimiento sea constante, además de que es un medio inclusivo, favoreciendo que las mujeres entren a este rubro tan dominado por hombres», explica el ingeniero.

Según los cálculos preliminares, la productividad en una empresa como Molyb podría incrementarse un respetable 8,16%. Además, una proyección hecha por el equipo plantea que cada exoesqueleto supondría un beneficio económico de más de $23 millones anuales, incluyendo la menor incidencia de lesiones osteomusculares. El plan, eso sí, es que una aplicación como ésta cuente con al menos 5 de estas máquinas.

«Estos trabajos en minería, como también ocurren en otras áreas, son de fuerza bruta, desgastantes y excluyentes porque no toda la población puede realizarlos. Ésta es una solución que mejora la calidad de vida de los trabajadores y por lo mismo podría ganar terrenos en otros rubros a futuro», afirma Ayala.

 

 

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