No está claro por qué Clauvino da Silva se habría ahorcado la mañana de hoy con las sábanas de la celda de aislamiento en donde fue recluido en la cárcel Gabriel Ferreira Castilho, en la zona de confinamiento de Bangu 1, de Río de Janeiro, luego de protagonizar un intento de fuga que dio la vuelta al mundo desde la zona de Bangu 3.
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El hombre apodado como «El Bajito», de 42 años, era uno de los líderes de la poderosa banda Comando Vermelho, y había sido condenado a 73 años y diez meses por reiterados delitos de narcotráfico.
El sábado aprovechó que ese día había visitas para coordinar con un grupo de amigos y familiares un plan que salió tan mal que fue motivo de burlas en todo el planeta. La policía sospecha que ocho visitantes, incluida una embarazada, ayudaron al criminal.
El Bajito, aprovechando su metro 63 centímetros, se caracterizó como su hija de 19 años, Ana Gabriele. No ocultó su rostro con maquillaje, sino que usó una máscara de látex de más de cien dólares, se puso un sostén con relleno, una peluca de pelo largo negro azabache, junto con unos lentes para disimular las imperfecciones de la careta.
Lo más terrible para el peligroso delincuente es que fue humillado públicamente por los gendarmes, ya que a los vigilantes no les bastó con detenerlo en su intento por escapar, sino que lo obligaron a quitarse del disfraz lentamente, pieza por pieza, mientras grababan la jocosa escena que luego fue compartida a la prensa.
El diario O Globo informó que Ana Gabriele fue acusada por el delito de facilitar la fuga, mientras que su papá iba a responder sólo administrativamente, ya que para configurar el delito de «evasión a través de violencia», previsto en el Código Penal, era necesario que el preso hubiese usado la fuerza en su intento de escapar, lo que no ocurrió.
Reincidente
Da Silva ya había protagonizado una fuga menos convencional cuando fue uno de los 31 prisioneros que escaparon por la alcantarilla del Instituto Penal Vicente Piragibe, en el Complejo Gericino, en febrero del 2013. Entonces fue arrestado un mes después de la fuga en el sector de Río de Angra dos Reis.
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Según gendarmería, a pesar de los intentos de escapar de la cárcel, Clauvino no tuvo problemas de indisciplina y se lo consideraba un preso «tranquilo». Pero en las calles tenía un perfil muy diferente porque según la policía el narcotraficante era «extremadamente violento».
La muerte del famoso criminal se suma a los 57 presos que fallecieron en una revuelta ocurrida la semana pasada en la cárcel de Altamira, en donde 16 de ellos fueron decapitado y sus cabezas usadas como si fueran pelotas de fútbol en una escena que fue filmada y divulgada a través de redes sociales.