La tormenta tropical Dorian amenazaba con golpear de forma directa a Puerto Rico y los meteorólogos pronostican que podría fortalecerse al acercarse al territorio estadounidense.
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Se prevé que la tormenta pase por encima o cerca de Puerto Rico, posiblemente provocando deslaves, inundaciones y apagones en lo que se considera la primera gran prueba de preparación para emergencias desde que el huracán María devastó a la isla en 2017. El presidente Donald Trump declaró una emergencia el martes en la noche y ordenó la entrega de asistencia federal a las autoridades locales.
“Se sentirán vientos con fuerza sostenida de tormenta tropical en prácticamente toda la isla”, dijo Roberto García, director del Servicio Nacional de Meteorología de Estados Unidos en San Juan, en una conferencia de prensa el martes en la noche.
Sin embargo, advirtió que el pronóstico podría cambiar durante la noche y añadió que tormentas como Dorian, sin un vórtice bien definido, suelen presentar cambios súbitos.
En la trayectoria pronosticada previamente, la tormenta rozaría la parte occidental del territorio estadounidense y el cambio en el curso de la tormenta podría agarrar desprevenida a la pequeña isla de Vieques, un popular destino turístico al oriente de Puerto Rico que ahora está en la trayectoria de Dorian.
Una trayectoria aún incierta a largo plazo coloca a Dorian cerca de Florida con la fuerza de huracán para el domingo o lunes.
En la madrugada del miércoles, Dorian se encontraba a unos 390 kilómetros (240 millas) al sureste de Ponce, Puerto Rico. El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos dijo que se fortaleció ligeramente y tiene vientos máximos sostenidos de 96 kilómetros por hora (60 mph) y avanza en dirección noroeste a 20 km/h (13 mph).
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Se prevé que arroje entre 10 y 15 centímetros de lluvia con precipitaciones aisladas de hasta 20 centímetros, agregó.
El cambio en el trayecto de la tormenta causó preocupación en muchos de los habitantes del territorio estadounidense, en donde aún hay alrededor de 30.000 viviendas con lonas azules en lugar de techos casi dos años después del paso del huracán María, y en donde los 3,2 millones de pobladores dependen de una endeble red eléctrica que sigue siendo propensa a apagones después de ser destruida por la tormenta de categoría 4.