La costumbre dice que luego de las Fiestas Patrias, el tiempo pasa volando y casi no nos damos cuenta cuando ya estamos celebrando la Navidad y el Año Nuevo. Por ello, luego de celebrar el «18», es momento de hacer un balance para evaluar las metas a cumplir antes que finalice el año.
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Y es que, sin duda, el retorno a la oficina requiere de un período de adaptación para adquirir nuevamente el nivel de rendimiento habitual. Se trata de una tarea dura en términos de retomar el ritmo, el estado anímico, la concentración, los horarios, reorganizar las tareas, resolver temas pendientes y, en definitiva, normalizar la rutina y recuperar la motivación que nos permite desempañarnos con éxito en el trabajo. Sin embargo, el tiempo que suele tomar la adaptación del biorritmo a la rutina varía en función de cada trabajador y de cómo planifique su vuelta, pero por norma general, debería estar comprendido entre un par de días.
Al respecto, Catherine Rojas, branch manager de la multinacional de Recursos Humanos Randstad, señala que tras esta seguidilla de feriados generalmente se da por sentado que una persona debería estar conectada a un nivel habitual o por encima de lo normal para enfocarse nuevamente en los objetivos laborales del año, pero no siempre ocurre así.
Por eso, una vez en el trabajo, existen puntos a considerar para conseguir que la adaptación se dé en el menor tiempo posible. “Tomarse el regreso a la oficina con calma, hacer un listado de prioridades, apoyarse en los compañeros, respetar los horarios de sueño, tener una alimentación saludable y realizar actividades deportivas o extra programáticas, son algunas de las herramientas que nos permitirán tener la energía física y mental necesaria para llegar a diciembre de la mejor forma. Y es que la adaptación progresiva luego de pasar un tiempo desconectado repercute de manera directa en la motivación y en el desempeño de los empleados”, asegura.
Primera semana de reorganización
Por otro lado, junto con tomarse las cosas con calma, la experta aconseja que, una vez en el trabajo, se debe pensar positivo para favorecer el optimismo, compartiendo conversaciones con compañeros acerca de las celebraciones, enfocándose en las tareas más atractivas y proponiéndose nuevos retos que supongan un aumento de energía.
Por otro lado, tomando en cuenta que la adecuación es progresiva, es importante considerar que la primera semana será de reorganización, debido a que durante los días de ausencia, lo más habitual es que se acumulen tareas pendientes que deberán resolverse al regreso, con el fin de terminar septiembre de manera exitosa en cuanto a retos profesionales.
“A muchas personas les cuesta bajar el nivel de ansiedad al volver, especialmente a quienes trabajan por objetivos, debido a que este mes suelen tener una semana menos para llegar a sus metas, por lo tanto, este es un factor que suma tensión al retorno y generalmente requiere hacer un esfuerzo adicional durante octubre», subraya Rojas.
En ese sentido, para poder dar respuesta de manera oportuna y eficiente a todas las tareas, «se recomienda jerarquizar la importancia de cada una y alejar la idea de resolver todo el primer día. De esta manera, se reducirá el impacto emocional y el estado de ánimo se verá menos alterado para afrontar con motivación los labores que están inconclusas”, concluye la especialista.