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“Narcodeforestación”: científicos demuestran que la cocaína contribuye a la crisis climática

Tres investigaciones denuncian el arraso de bosques protegidos en América Central para garantizar rutas de narcotráfico.

El impacto del tráfico ilegal de cocaína también se siente en la salud del medio ambiente. Tres investigaciones advierte sobre los efectos negativos de la “narcodeforestación”, es decir, la tala de árboles para abrir nuevas rutas en territorios cada vez más inhóspitos y así eludir a las autoridades.

Bosques tropicales de Guatemala, Honduras, Nicaragua y ahora también de Costa Rica son afectados por este fenómeno, afirma la profesora de la Universidad Estatal de Texas, Jennifer A. Devine, en su estudio “Impactos de la narcodegradación en áreas protegidas en América Central: una economía ecológica crítica”.

Devine identificó al narcotráfico como causa de la deforestación en tres regiones protegidas el Corredor Biológico Mesoamericano: la Mosquitia en Honduras, la Osa en Costa Rica y La Reserva de la Biosfera Maya en Guatemala.

Para ello utilizaron imágenes satelitales y entrevistaron a habitantes, activistas por el medio ambiente y líderes de esas comunidades. Los daños son calculados en 214.6 millones de dólares al año y Devine cree que será peor si no se actúa ya:

Si los pueblos indígenas y otras comunidades locales no tienen control sobre los bosques que son su hogar, si la guerra contra las drogas continúa alimentando el narcotráfico, América Central enfrentará un destino similar al de los paisajes consumidos por el fuego en la Amazonas”.

Los negocios detrás de la cocaína

Además de desforestar para abrir rutas para traficar la cocaína, los narcos invierten en otros negocios contaminantes para “lavar” su dinero. Así lo explica el profesor de la Universidad Estatal de Oregón y coautor del estudio, David Wrathall.

“Esto se traduce en grandes extensiones deforestadas para la ganadería, la palma africana y las actividades extractivas. La presencia de los narcotraficantes a menudo conduce a una transformación dramática del paisaje local”, advierte.

De esta forma, los narcotraficantes eluden a las autoridades y mantienen el control de grandes extensiones de tierra.

Wrathall es enfático sobre los hallazgos de su estudio: “Ahora sabemos que el narcotráfico es uno de los principales impulsores de las pérdidas de servicios ecosistémicos en las áreas protegidas del Corredor Biológico Centroamericano”.

Cocaína
La ganadería y la agricultura permite a los narcos lavar su dinero y mantener el control de la tierras.

Un problema de gobernanza

Los otros dos informes, emitidos por organizaciones no gubernamentales, respaldan la tesis de los investigadores estadounidenses: este problema tendría solución a través del fortalecimiento de la gobernanza de los indígenas sobre sus tierras.

El director de la Fundación Neotrópica, Bernando Aguilar González, agrega que “las actividades relacionadas con narco socavan los usos tradicionales de los bosques y la gobernanza de los recursos, que producen costos sociales y ecológicos significativos”.

Mientras que el director del Programa de Gobernanza Territorial y Forestal de la oficina de San Salvador de la Fundación Prisma, Andrew Davis, considera urgente que los gobiernos de estos países hagan cumplir los derechos de las comunidades indígenas.

“En el papel –dice–, existe un amplio consenso de que los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades forestales son fundamentales para salvar los bosques y combatir el cambio climático”.

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