El tradicional diario español El País analiza la delicada situación que vive Chile y la profunda crisis que hay detrás de las manifestaciones. La publicación enumera los factores del profundo malestar ciudadano y coloca el acento en la incapacidad de las autoridades políticas en reconocer la furia popular y en dar solución a las demandas.
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«Chile no ha acabado de resolver algunos de sus problemas estructurales. Existe consenso en que el sistema de pensiones requiere de una transformación profunda, porque son bajísimas respecto del nivel de vida que tienen los ciudadanos en su etapa activa. Ningún Gobierno en 30 años ha sido capaz de levantar la educación pública, destruida en la dictadura. Los medicamentos son significativamente caros, en relación no solo a la región, sino incluso a Europa. Un 70% de la población gana menos de 770 dólares mensualmente y 11 millones de chilenos tienen deudas, según cálculos de la Fundación Sol. Los recientes escándalos de corrupción entre los Carabineros y el Ejército se suman a una larga lista de instituciones desprestigiadas frente a la sociedad, como el Ministerio Público, el Congreso, los partidos políticos y la Iglesia católica, donde el papa Francisco tuvo que hacer una limpia histórica por los escándalos de abusos contra menores», dice la publicación española.
El País apunta a la desidia de la clases política sobre las profundas desigualdades que se han ido fomentando en las sociedad chilena.
«El descontento de la sociedad chilena todavía no se analiza con la profundidad necesaria ni por las autoridades políticas ni por el mundo intelectual. Parece distinto al de 2011, cuando los estudiantes salieron a las calles en demanda de educación gratuita y de calidad, en el primer Gobierno de Piñera (2010-2014). Hace ocho años, se trataba de un movimiento organizado que tenía una clara agenda de reivindicaciones, liderado por los dirigentes estudiantiles que actualmente son diputados. En esta oportunidad, en cambio, se trata de una explosión difusa y múltiple –como explica el sociólogo chileno Eugenio Tironi–, que busca transgredir las normas que parecen naturalizadas y que hacen funcionar una sociedad de mercado como la chilena. No se trataría de una interpelación al sistema ni al modelo económico ni con los clásicos patrones de la derecha y la izquierda, sino con una indignación profunda hacia los grupos privilegiados», afirma el diario.
En este contexto, la publicación española coloca en duda la capacidad del país de organizar la APEC y la COP-25.
«Lo ocurrido este fin de semana representa un reto político para los dirigentes de todos los sectores de un país como Chile, que presume de su estabilidad, de su crecimiento y de la fortaleza de sus instituciones desde el regreso a la democracia en 1990. También un desafío en materia de seguridad. El presidente Piñera, que hace un par de semanas indicaba que Chile era una especie de “oasis” en una América Latina convulsionada, en breve será el anfitrión de dos importantes cumbres mundiales: el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en noviembre, y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), en diciembre».