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Esta agenda no prendió: el error en las medidas del gobierno que amplifican el descontento de la sociedad

La famosa Agenda Social ayuda en poco y nada a la clase media, que es la que más se moviliza activamente. Para los expertos, esa es la gran piedra de tope de La Moneda y uno de los ingredientes para que el descontento aumente.

(Mario Dávila/AgenciaUno/Mario Dávila/AgenciaUno)

Un departamento de dos dormitorios en una comuna como Estación Central supera los $300 mil; los gastos comunes cuestan $53 mil en promedio en Chile; moverse idea y vuelta en Metro sale unos $47 mil cada 30 días; al mes una persona destina $100 mil en alimentación tranquilamente, y en promedio cada chileno destina $31.838 en medicamentos al mes.

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Sin considerar ítems como la educación o el ocio, el hecho de que el 50% de los trabajadores en Chile gane $400 mil o menos, ya hace que la resta entre salario y costo de vida sea absolutamente imposible. Ese caldo de cultivo, cuna de 30 años de políticas de profundización de las desigualdades, provocaron el estallido social que hoy vive el país, y que tienen al gobierno del Presidente Sebastián Piñera contra las cuerdas.

Pero, ¿por qué la Agenda Social que ofreció el mandatario no logró menguar las energías de una ciudadanía que se vuelca a las calles pidiendo condiciones de vida más dignas? Algo tan simple y trascendente como no saber a quienes está apuntando, según los expertos, es el error imperdonable de La Moneda. Eso o derechamente estar planteando una lucha de desgaste.

El cientista político de la U. Central, Marco Moreno, recurre a una de las frases más populares del momento para ejemplificar el fracaso de la respuesta de Piñera. «Esta agenda no prendió», dice. Pero, ¿por qué? «Apunta a un segmento de la población distinto al que se moviliza más activamente. Si bien van dirigidas a ver puntualmente algunas demandas, no están centradas en los sectores medios, que son los que mayoritariamente están pidiendo cosas distintas», afirma.

El académico aclara que si bien el subsidio inmediato del salario mínimo y la estabilización de precios en transporte y electricidad eran sumamente necesarios, son «esas clases medias, que hace pocos años salieron de la pobreza y tienen terror a volver allí, quienes hoy demandan cuestiones distintas a lo que el gobierno ofrece». Y tampoco hay nada en carpeta.

«A demandas estructurales, medidas estructurales», señala por su parte María José Becerra, economista del London School of Economics. «En este estallido social no sólo participan los sectores vulnerables, sino que también las capas medias, incluso la media alta», añade.

Para la directora ejecutiva de la Corporación Ciudad y Derechos, la ciudadanía ya tiene un consenso en que «el problema es la desigualdad». Y con eso, dice, La Moneda no desactivará la movilización ni el descontento si no se enfoca en la «redistribución del poder y la riqueza. No basta con subsidios que dependerán de un ciclo económico».

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Eso sí, aclara, lo primero es que La Moneda se encargue de que las fuerzas policiales «dejen de violar los derechos humanos sistemáticamente como lo están haciendo», cuestión que alimenta y le echa bencina al descontento.

Agenda real

La clase media casi representa un 70% de la población chilena y es, paradójicamente, el sector más desprotegido. Moreno afirma que las personas necesitan escuchar «medidas contraintuitivas». «La intuición le dice a uno que este gobierno nunca hará este tipo de anuncios, pero son los que se necesitan: perdonazo y fin al CAE, como propuso Desbordes, o anunciar que las pensiones pasan a un modelo mixto, pero que lo diga el Presidente sin ambigüedades», afirma.

Para Becerra, «se tiene que llamar ya a un plebiscito para generar una nueva Constitución, donde tenga cabida toda la ciudadanía (…) Para distribuir riqueza no solo tienes que hacer reformas tributarias progresivas al trabajo, sino que tienes que hacer reformas tributarias al capital», dice.

La economista agrega que todo esto debe venir acompañado de una agenda económica potente, incluso con una reforma a la industria que permita dejar de depender de las ramas financieras, de servicios y consumo. «Ese corazón del modelo fue determinado por la Constitución del 80, por el famoso estado subsidiario, y tiene que ser erradicado».

 

 

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