Lula de Silva, de 74 años, salió de la cárcel ayer luego de 580 días en la cárcel tras ser condenado por corrupción y lavado de dinero por la compra de un lujoso departamento frente al mar en Sao Paulo.
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El ex presidente recuperó la libertad porque la Corte Suprema resolvió que una persona sólo puede permanecer en prisión después de que se hayan agotado todas las apelaciones a los tribunales superiores. Y a él le quedan instancias.
Al parecer el político estaba acumulado, porque tenía muchas ganas de hablar y lo hizo en el sindicato de metalúrgicos, que antes dirigió. Ahí se dirigió a una multitud que celebraba su libertad.
«No tienen idea de lo que significa este día para mí», empezó diciendo para luego agradecer el apoyo y el acompañamiento durante su cautiverio.
Contó sobre sus visitas y explicó la importancia de enfrentar el proceso para probar su inocencia. «Si hubiera salido del país hubiera sido tratado como un fugitivo, pero decidí quedarme cerca y enfrentar, para probar mi inocencia», afirmó, y calificó a la acusación en su contra como «una mentira tras otra».
“Necesito probar que (Sergio) Moro no era un juez sino un canalla”, dijo, y acusó que (el presidente) “Bolsonaro debe su triunfo a las fake news y al juez Moro”.
“Sé que muchos de ustedes no querían que me arrestaran en abril del 2018, y tuve que convencerlos sobre el papel que tenía que desempeñar”, explicó Lula.
“Nací en la ciudad de Garanhuns. Salí de allí con siete años. Fui criado por una madre y un padre que nacieron y murieron analfabetos. Y yo soy el resultado de la evolución de la conciencia política de los trabajadores”, dijo.
«Aquí estoy: libre como un pájaro. Duermo con la conciencia tranquila de un hombre justo y honesto, no como Bolsonaro y Moro», concluyó.
