El 18 de octubre se desató el estallido social en Chile, y como sabemos, no correspondió al llamado de una estructura orgánica, ni de movimientos articulados, sino que fueron protestas que aumentaron como una bola de nieve.
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En Colombia el origen del estallido social fue diferente porque el paro nacional del 21 de noviembre fue convocado por diversos movimientos sociales y sindicales, con los cuales las autoridades han podido dialogar, pero aún así las reacciones del Ejecutivo de Bogotá y de Santiago han sido diferente.
El presidente Piñera decretó estado de emergencia al segundo día de protestas y declaró que «estaba en guerra», lo que desencadenó la reacción de buena parte de la ciudadanía que manifestó su desacuerdo.
En tanto el mandatario colombiano, Iván Duque, tomó alguna medidas similares a las de Piñera como el toque de queda, y la presencia de militares en las calles, pero de inmediato buscó dialogar con su detractores.
Piñera realizó cambios en el gabinete, anunció mejoras en jubilaciones y pensiones, pero como el estallido social carece de líderes no tuvo con quién reunirse, y tampoco lo hizo con representantes de movimientos que se plegaron a las protestas.
Diferente ha sido la reacción de Duque, que ya se reunió con líderes gremiales, alcaldes, y hoy convocó al Comité de Paro Nacional, organizador de las protestas en contra de su política económica y social.
El presidente colombiano además invitó a un “Gran Diálogo Nacional”, que se iniciaría el 15 de marzo. “Va a haber una reunión ampliada en donde van a estar otros sectores de la sociedad, que también quieren contar sus inquietudes y los cambios que quieren tener para Colombia”, dijo al respecto la ministra del Trabajo, Alicia Arango.
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Pero aún así, los analistas colombianos reconocen que en cierta medida el Ejecutivo local se enfrenta al reto de la espontaneidad del movimiento social mayoritario que carece de una representación o vocería establecida, porque las manifestaciones posteriores al paro nacional fueron convocadas en redes sociales.
Muerte
Otro hecho que podría recrudecer la pacificación de Colombia fue la muerte del joven de 18 años, Dilan Cruz, quien fue impactado por una lacrimógena lanzada desde corta distancia por las fuerzas antidisturbios.
El manifestante quedó inconsciente en la calle del centro de Bogotá y tuvo que recibir atención médica de urgencia. Permaneció desde el sábado en estado de coma inducido con graves lesiones cerebrales, y ayer se reportó en horas de la tarde que su estado era «crítico e irreversible». Posteriormente se conoció la noticia de su fallecimiento.