El destino le reservó a la fotógrafa Ami Vitale un momento mágico: la providencia le puso allí, el 19 de marzo de 2018, en un centro de conservacion animal de Kenya, para ser testigo de la muerte de Sudán, el último rinocerante macho blanco de su especie, en compañía del cuidador que estuvo a su lado cuando se le escapó el aliento final de vida.
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Ami sólo debió apretar el obturador de su cámara y atrapar un instante surpremo que, hoy, al culminar el 2019, le convirtió en la autora de la mejor fotografía de la década, según National Geographic.
El impornente animal vivía en el centro de conservación de Ol Pejeta, en Kenya, donde el cuidador Joseph Wachira se fue encariñando con su presencia, lenta y siempre silenciosa.
Según recuerda Vitale, «ese día todo estaba en silencio, excepto el sonido de la lluvia y el gorjeo de un ave». Ella percibió el dolor del cuidador cuando Wachira se había acercado a Sudán para darle una última acaricia detrás de su enorme oreja y el animal inclinó su cabeza para sentir la mano al hombre al que percibió como su último amigo…
“Ver morir a una criatura, una que es la última de su clase, es algo que espero nunca volver a experimentar. Se sentía como ver nuestra propia desaparición. Espero que este momento desgarrador sea nuestro llamada de atención», expresó Ami a National Geographic.
Los profesionales de la revista National Geographic tomaron más de 20 millones de fotos en la década, pero nadie cuestionó que esa imagen transmitia una tremenda historia, dramática y trascendente. Casi familiar para quienes vibraron con Slvio Rodríguez y aquel unicornio azul que ayer se me perdió, se fue…