Tres días de duelo oficial decretó Irán tras el asesinato del general Qasem Soleimani, el cual murió en un ataque aéreo estadounidense en Bagdad ordenado por el presidente norteamericano Donald Trump.
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El hecho, que fue confirmado por el Pentágono, provocó la furia del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Jamenei. «El martirio es la recompensa por su incansable trabajo durante todos estos años (…) si Dios lo quiere, su obra y su camino no se detendrán aquí, y una venganza implacable espera a los criminales que se han llenado las manos con su sangre y la de otros mártires», advirtió.
Soleimani era cercano a Jamenei y era un hombre conocido en el país asiático, siendo durante más de dos décadas comandante del grupo élite Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán.
Incluso fue seleccionado el 2017 por la Revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo. «Para los chiítas del Medio Oriente, él es James Bond, Erwin Rommel y Lady Gaga, todo en uno», indicó en su descripción el ex analista de la CIA Kenneth Pollack.
«Para Occidente es responsable de haber exportado la revolución islámica de Irán, de apoyar a los terroristas de librar las guerras de Irán en el extranjero», señaló.
De igual manera, Pollack destacó en dicha oportunidad que Soleimani «también es un maestro de la propaganda, publicando selfies de los campos de batalla en toda la región para convencer a todos de que es el maestro del tablero de ajedrez del Medio Oriente».
Por su parte el ex embajador de Estados Unidos en Irak y Afganistán, Ryan Crocker, también resaltó la importancia de la figura del general. En entrevista con BBC el 2013, aseguró que «mis interlocutores iraníes dejaron claro que aunque mantenían a la cancillería de su país informada, al final era Soleimani quien tomaba las decisiones».