Hoy comenzó el juicio contra el sacerdote francés que se ha transformado en la imagen de la impunidad de la Iglesia Católica de ese país. Bernard Preynat admitió haber abusado de «cuatro o cinco» niños en una semana, declaración que dejó a todos los presentes perplejos.
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De acuerdo al testimonio entregado por Preynat, hoy de 74 años: “En la época, a mi entender no cometía agresiones sexuales sino que eran caricias, cariños. Estaba equivocado. Son las acusaciones de las víctimas las que me lo han hecho comprender”.
El religioso está acusado de haber cometido estos abusos entre 1971 y 1991, cuando era capellán de los “boy-scouts” en Sainte-Foy-Lès-Lyon, una localidad cercana a Lyon.
“Me hizo una caricia. Me agarró el muslo derecho, su mano subió hasta mi trasero pasando por debajo de mis pantalones. Me besó en la mejilla y después en la boca. Me dijo que era nuestro secreto, que no había que contarlo”, relató ante las decenas de periodistas y público que abarrotaban la sala, François Devaux.
Sus padres denunciaron en 1991 ante las autoridades eclesiásticas los tocamientos a los que sometía Preynat a su hijo sin que estas, como se descubrió solo décadas más tarde, actuaran de manera contundente contra el cura, que siguió durante 25 años impartiendo misa y en contacto estrecho con menores.
Tras pedir repetidamente perdón a las víctimas, Preynat reconoció ante la presidenta del tribunal correccional que lo juzgará toda esta semana la magnitud de sus abusos. Interrogado sobre la asiduidad de estos, el antiguo sacerdote explicó que “en un sábado por la tarde, podía haber uno o dos” niños a los que sometía a tocamientos, y eso “todos los fines de semana”, una cifra que podía aumentar a “cuatro o cinco niños” cuando se iba una semana de campamento con el grupo scout Lyon-Saint-Luc del que fue capellán hasta comienzos de la década de 1990.