2020, desde que Chile es una república, asoma como el año en que más veces la ciudadanía deberá concurrir a las urnas, entre plebiscitos, elección de gobernadores y municipales . La incógnita, sin embargo, es cómo se configurará el nuevo electorado tras el estallido social del 18 de octubre, que tuvo a la clase política como el actor más dañado.
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Pero siempre hay sectores más heridos que otros. Un estudio realizado por la consultora Etnográfica Research, mapeó la evolución de las fuerzas políticas en las urnas desde el regreso a la democracia, donde los resultados muestran un indicador de lo que la crisis política evidencia hoy: aumento de la polarización, un sector de centro por el suelo, y un grupo independiente inclinado a sectores sociales o de izquierda en franco ascenso.
La investigación usó los datos del Servel y contabilizó todas las elecciones municipales entre 1992 y 2016 en las 56 comunas de la Región Metropolitana. Lo más llamativo, dice el director de estudios de Etnográfica, Rodrigo Flores, es el «porrazo» de los sectores de centro, especialmente la Democracia Cristiana.
Fin al «punto medio»
«Cuando se habla de ‘fuerzas políticas’, lo que mejor la grafica es la votación de concejales, ¿por qué? las papeletas en cada comuna llegan fácilmente a 40 candidatos. El votante no tiene la capacidad de contrastar todas las opciones, y generalmente vota según su preferencia de coalición o partido. Allí se expresa la votación dura, ideológica», relata Flores.
Los puntos medios o moderados en política ya parecen cosas del pasado. Según constató Etnográfica, el sector de centro (DC, PR) pasó de captar el 35,4% del electorado en 1992, al 14,3% en 2016. «Se aprecia que la derecha o izquierda se extreman, cuestión que anticipa lo que estamos viendo en el panorama actual de efervescencia social. Hay posiciones más enfrentadas», dice el experto.
«Antes la opción de centro representaba a la clase media, pero su ideal se terminó desconectando de la ciudadanía», añade.
La derecha -RN, UDI, Evópoli- ocupó en 2016 el 32,7% del electorado, mientras que la izquierda -PPD, PS, PC, entre otros- alcanzó el 24% de los votantes en Santiago. Lo interesante, sin embargo, es el sostenido crecimiento de la votación por candidatos independientes: a inicios de los 90′, representaban el 7,6%, pero en 2016 -inicios del Frente Amplio- se catapultaron al 21,9%.
Flores señala que ese dato «va mostrando que la votación ideológica se empieza a romper y que ahora se vota más por gente de nombre y apellido. Va en línea con el descrédito generalizado a la clase política, que venía de mucho antes».
Cabe decir que pese a que la derecha muestra una mayor captación de votantes, dentro del electorado independiente un 62,4% de los políticos tenían una orientación política de izquierda o social.
Voto voluntario: el hecho decisivo
Para el cientista político y académico de la Universidad Central, Nicolás Freire, hay un punto de quiebre con la instauración del voto obligatorio en 21012. «El voto voluntario depende de la movilización de los votantes. Es un hecho comprobado que ayuda a la derecha, donde sus votantes se movilizan casi por instinto. Los votantes más moderados simplemente no van a votar», afirma.
Por eso para el experto será clave el sistema de votación en cómo se afronta el próximo plebiscito y elección municipal. «Si fuese con voto voluntario, indicaría una mayor polarización, y con voto obligatorio es más incierto», dice, relevando además que luego del plebiscito de entrada, el sector independiente que se articula en partidos podría desnivelar esa balanza. «Reconfigurará todo el escenario político», agrega.
