Cuando Daniel Henríquez regresó este miércoles a su departamento, ubicado en el piso 26 del edifico emplazado en Argomedo 65, Santiago Centro; halló una postal desgraciadamente parecida a la escena de «Batman» donde el pequeño Bruce Wayne cae a un pozo y se encuentra con una bandada de murciélagos revoloteando sobre su cabeza. El problema es que no era una cueva, sino que el ascensor, el pasillo, su living y su dormitorio.
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«Ahí me di cuenta de que el tema era grave. Una cosa es ver los mensajes en el grupo de Whatsapp del edificio, pero distinto fue tener que ponerse a manipular los murciélagos para sacarlos, escuchando de fondo a personas gritando en los pasillos y vecinas aterradas en los pasillos», relata.
Quien primero notó la «invasión» de los mamíferos voladores, y autora de los videos que luego causaron revuelo en redes, fue Estefanía Osses, pareja de Daniel. Según relató a Publimetro, tenía todas las ventanas del departamento abiertas para sortear el calor veraniego, cuando notó que sobrevolaban varios murciélagos cerca. Pero ya era tarde: cuando intentó cerrarlas, al menos 8 de ellos se tomaron su dormitorio y el de su hijo.
«A las 11 de la mañana di el aviso a los vecinos y todos se mostraron sorprendidos. Al rato otros confirmaron y en la noche ya era una locura», cuenta la vecina.
Durante largas horas los habitantes llamaron al SAG y a la Seremi de Salud Metropolitana, pero ambas autoridades dieron la misma respuesta: la autoridad no puede intervenir, son los vecinos quienes deben atrapar a los murciélagos y sacarlos de sus hogares.
Juan Yáñez, otro vecino del edificio, cuenta que el «Batigate», como bautizaron internamente al episodio, afectó mayoritariamente a departamentos del piso 18 hacia arriba. Incluso hicieron un «Baticatástro»: hasta la tarde de ayer, eran 17 departamentos afectados en ambas torres de Argomedo, con casos donde se sacaron 30 murciélagos de una misma vivienda, o vecinas que abandonaron sus hogares y aún se encontrarían cerrados con los mamíferos adentro.
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Baticueva
Los habitantes se organizaron para ir capturando los animales con guantes y luego dejarlos en conserjería o el piso -1. Ayer, dado lo inusual del hecho, la Seremi de Salud envió a un delegado para recoger los más de 70 murciélagos recolectados . Y la pregunta es, ¿qué pasó?
Según explicó el doctor Juan Segura, encargado de Zoonosis de la Seremi, el «hecho excepcional» se debió a una «mala manipulación de una colonia de murciélagos cercana. De ahí que estos mamíferos, al sentirse invadidos, trataron de encontrar otro lugar y buscar refugio».
El origen fue identificado en una casa cercana (170 metros de distancia) que colinda con un restaurante de comida china en Vicuña Mackenna. Allí sería la cuna de la colonia de murciélagos que, tras iniciar trabajos en el techo de la propiedad, huyeron a edificios aledaños en busca de refugio.
Se evalúa un sumario a los propietarios de la vivienda intervenida, con multas entre las 0,1 y 1000 UTMs, por no tomar los resguardos necesarios con la colonia de murciélagos.
De todas formas, la mayor preocupación de los vecinos es si los animales portaban rabia, cuestión que se dilucidará hoy, cuando se conozcan los resultados de las muestras que el Seremi de Salud derivó al Instituto de Salud Pública (ISP). Eso sí, el especialista del Seremi de Salud advierte que los casos de murciélagos con rabia son marginales, y que rara vez en Chile se reportan casos de transmisión de la enfermedad.
¿Qué hago si encuentro un murciélago en mi casa?
Para los vecinos, lo más curioso no fue la invasión de los mamíferos voladores, sino que descubrir que en un caso como este, ninguna autoridad puede hacerse cargo.
El murciélago común -tadarida brasiliensis- no se pueden cazar ni capturar, porque es una especie protegida en el artículo 4 de la ley de caza. El problema es que si aparece en tu hogar una colonia de ellos, ni el SAG ni el Seremi de Salud respectivo pueden intervenir.
Según explicó Katherine Daza, encargada regional (s) de Recursos Naturales del SAG, lo que deben hacer las personas es capturar al animal por sus propios medios, procurando no hacerlo con las manos desnudas, y luego enviar el espécimen al ISP para comprobar si es portadora de rabia. Si el análisis da positivo, las personas en contacto deben vacunarse.
Ahora bien, ¿qué ocurre si en vez de un solo animal me topo con toda una colonia en mi entretecho? Juan Luis Allendes, coordinador nacional del Programa para la Conservación de los Murciélagos de Chile, explica que lo ideal es hacerlo en marzo y que, además, es necesario romper con el mal estigma con que cargan estos animalitos.
«Se identifica el lugar por donde están saliendo los murciélagos, sellas todos los lugares en que hayan dos centímetros o más de radio, porque ahí volverán a entrar y luego pones un tubo de PVC en diagonal hacia abajo por donde están saliendo. Luego de tres semanas, ellos saldrán por sus propios medios y después procedes a sellar», explica el experto.
Allendes añade que «no son plagas. Son súper beneficiosos para los humanos porque ellos consumen a todos los insectos que atacan nuestros cultivos. Si no tuviéramos los murciélagos, la fruta y la verdura sería más cara y necesitarían más pesticidas», recalca.
Los murciélagos se encargan, a su vez, de la gran cantidad de polillas, zancudos o insectos que generalmente invaden los hogares. Allendes concurrió al edificio en Argomedo y rescató cerca de 15 de estos mamíferos, para darles comida, agua y refugio. Después, irá al cerro Calán y los liberará.
«Lo bauticé Alfred»
Hermann Sandoval también recibió uno de los mamíferos voladores este miércoles, aunque no reside en el edifico de Argomedo, sino que en Miraflores, cerca de santa Lucía.
Su esposa dio aviso y cuando llegó a su casa, a eso de las 19.45 horas, un murciélago estaba aferrado al techo de su habitación, volando de un lado a otro. En vez de desesperarse, hasta se encariñó y bautizó al invasor como «Alfred», en homenaje a su fanatismo por la saga de Batman.
«Esperamos que se calmara. Por Twitter el Seremi lo único que hizo fue enviar el programa de protección, donde aconsejan usar guantes y guardarlos en una caja para luego liberarlos. Lo intenté una vez pero salió volando aún más exaltado. Al rato después, no lo vimos más. Lo buscamos por todos lados pensando que podía estar en el ropero, pero no apareció», dice.
Debido a que en redes todos hablaban de la «invasión» de murciélagos, Sandoval decidió dormir con las ventanas cerradas. «Nos morimos de calor y dormí súper mal. apenas escuchaba que se movían cosas, despertaba», recuerda.