Naciones Unidas presentó en Viena el Informe Anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) de 2019, en el cual Chile fue catalogado como uno de los principales países de Sudamérica por donde sale la droga hacia el mercado europeo.
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El informe señala que “el tráfico de drogas, en particular de clorhidrato de cocaína, por vía marítima desde los puertos de Chile hacia Europa, ha seguido aumentando”, y junto a Brasil y Colombia, son “los principales países de salida de la cocaína incautada en Valencia y Algeciras en España, que es una importante vía de entrada de las remesas de cocaína en Europa”, consigna La Tercera.
En el documento se añade que a Chile no solo llega clorhidrato de cocaína (droga lista para el consumo), sino que también pasta de cocaína como materia prima para ser procesada. Los envíos de esta sustancia ilícita provienen principalmente de Colombia. Dicha modalidad de tráfico ha sido descubierta por medio de importantes incautaciones, que también han tenido lugar en Argentina, Brasil y Uruguay.
De acuerdo al informe, la superficie destinada al cultivo de cocaína en Latinoamérica se ha duplicado entre 2013 y 2017, pasando de 120.600 hectáreas a 245.000. El país que sigue teniendo la mayor superficie cultivada es Colombia, donde se totalizaron 169.000 hectáreas en 2018, nación que también experimentó un crecimiento de la producción en un 5,9%.
“El tráfico de drogas, en particular de clorhidrato de cocaína, por vía marítima desde los puertos de Chile hacia Europa, ha seguido aumentando”, añade el Informe Anual de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes
El texto indica que alrededor de la mitad de los países de América registraron un aumento del consumo de cocaína en la población general, con un auge en el consumo de la pasta base, un derivado de la cocaína que antes era principalmente asociado a países productores, pero que se ha extendido entre las naciones de la región.
También se notificó el aumento generalizado del consumo de cannabis. Brasil, Colombia y Argentina han sido los mayores afectados, con incautaciones de esta droga que superan las doscientas toneladas en 2018.
En Chile se requisaron 16,8 toneladas en 2018, y aunque la cifra es menor a otros países de la región, se han mantenido los índices de prevalencia en el consumo, siendo Chile uno de los países con la tasa más alta: 14,5%.