Las autoridades de salud le están rogando a los mexicanos que modifiquen su estilo de vida para reducir los contagios del coronavirus: que no se saluden de mano ni de beso, se mantengan a cierta distancia entre sí y no acudan a actividades no esenciales, entre otras medidas. Pero el presidente Andrés Manuel López Obrador no parece haber captado el mensaje, pues no está poniendo en práctica lo que sus funcionarios promueven.
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En una gira por el campo mexicano el fin de semana, el mandatario pronunció una serie de discursos ante multitudes del medio rural el domingo en los que promovió los logros de su gobierno y apenas mencionó al virus, diciendo que tiene “mucha fe de que vamos a sacar a nuestro querido México, no nos van a hacer nada los infortunios, las pandemias, nada de eso”.
Es la forma en la que pasa la mayor parte de los fines de semana, una de las actividades donde se le ve más contento: salir de la atestada capital y convivir con los mexicanos pobres de entornos rurales que forman parte crucial de sus simpatizantes. Sin embargo, este fin de semana su forma usual de contactar a los habitantes fue notable por infringir lo que el equipo de respuesta de su gobierno al coronavirus está diciendo que son las mejores prácticas para enfrentarlo.
El sábado se abrió paso a través de una multitud de simpatizantes que forcejeaban entre sí para poder tomarse fotos con él afuera de un hotel, dando abrazos e incluso cargando y besando a una niña pequeña en la mejilla. Horas más tarde detuvo su automóvil para escuchar a un joven hablar sobre las propiedades del agua mezclada con la fruta chicayota mientras los pobladores los rodeaban. López Obrador probó la bebida y le dio un efusivo apretón de manos al chico.
Posteriormente, en la Ciudad de México, el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, pronunció su conferencia de prensa nocturna diaria, en la que discretamente actualizó la cifra de casos de coronavirus confirmados en el país _41, un incremento en comparación con los 26 del día previo y los 11 un día antes de ese_ y advirtiendo que se prevé que la situación en México se agrave pronto.
“Ahorita ya decimos, es altamente recomendable a partir de hoy que evitemos saludar de mano, de beso, de abrazo; saludemos así, saludemos de la manera que no necesitemos estar más allá de la sana distancia”, señaló López-Gatell.
Un video publicado en el sitio web de la secretaría para el combate al coronavirus presenta a funcionarios del estado de Zacatecas mostrando formas alternas de saludar: inclinarse, agitar la mano desde lejos, hacerlo al estilo militar, chocar los codos, e incluso el saludo tipo rock ‘n’ roll. Mientras tanto, las autoridades ya comenzaron a cancelar algunos eventos masivos, aunque otros sí fueron autorizados.
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En esta pandemia global se han infectado más de 156.000 personas y más de 5.800 han muerto hasta el domingo. En la mayor parte de los contagiados la enfermedad sólo provoca síntomas moderados, pero para algunos, en especial los adultos mayores o las personas con otros problemas de salud, puede resultar más grave. Hasta ahora casi 74.000 personas se han recuperado, en su mayoría en China.
López Obrador estaba hablando de nuevo ante multitudes el domingo y saludando a sus partidarios en la región de la Costa Chica, en el estado de Guerrero, tuiteando que la gente allí estaba “entusiasmada, alborotada y feliz”. Los pobladores rebasaron una barrera de metal para intentar abrazar, estrechar la mano, sacarse fotos o besar en la mejilla al presidente. En un momento dado un ayudante le quitó el brazo de una mujer que se lo había echado alrededor del cuello.
En San Juan de los Llanos charló con una mujer que le regaló un puñado de puros hechos a manos envueltos en periódico. En agradecimiento, él la besó en la mejilla y la frente, le tomó la mano y la abrazó.
Todas estas escenas, y otras más, fueron publicadas en videos en la cuenta de López Obrador en Twitter, que tiene 6,5 millones de seguidores.
Desde hace años se sabe que el presidente disfruta interactuar con el público. Ha llamado la atención por viajar en clase turista tras negarse a utilizar un lujoso avión presidencial que adquirió su predecesor Enrique Peña Nieto; se desplaza en automóviles sencillos en lugar de camionetas blindadas con los vidrios oscurecidos, y suele mezclarse despreocupadamente entre sus simpatizantes.
Y no es el único en favorecer los saludos efusivos: los besos en la mejilla y los abrazos son usuales en la cultura mexicana, incluyendo con personas que uno acaba de conocer. En las oficinas, casas y en la calle, esas costumbres están siendo puestas a prueba en estos días a medida que crecen los temores por el coronavirus.
Gobiernos estatales anunciaron el domingo al menos otros dos casos confirmados en México.