La llama olímpica llegó a Japón proveniente de Grecia. Lo que sigue son los relevos de la antorcha alrededor del país, que comenzarían el jueves en la prefectura de Fukushima, en el norte del país.
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Los organizadores han pedido evitar las multitudes, sin precisar lo que esto significa. Las autoridades de Grecia pararon los relevos en el segundo día y éstos ya no se reanudaron, debido a la gran cantidad de gente que se congregó.
A pesar de la pandemia del coronavirus, los organizadores japoneses y el presidente del Comité Olímpico Internacional Thomas Bach insisten en que los Juegos serán inaugurados el 24 de julio en el estadio nacional de Tokio, que costó de 1.430 millones de dólares.
Bach ha repetido que es muy pronto para tomar una decisión final y dice que está recibiendo consejos de una fuerza de trabajo que incluye a la Organización Mundial de la Salud. Pero ahora ha recibido críticas de deportistas olímpicos activos y retirados, quienes se quejan de que no pueden entrenar, de que los eventos clasificatorios han sido cancelados y de que el caos favorecerá a algunos deportistas por encima de otros.
Y está la cuestión de juntar a 11.000 atletas y personal en la Villa Olímpica y a 4.400 deportistas paralímpicos un mes después.
Llevar la flama olímpica a Japón es un pequeño triunfo para los organizadores y el COI. Su presencia simbólica le puede dar espacio al Comité para posponer los Olímpicos de Tokio, dejando la llama como un emblema de la cita pendiente.