Romperá la tarde mi voz
Hasta el eco de ayer/.
Voy quedándome solo al final,
Muerto de sed, harto de andar/.
Pero sigo creciendo en el sol,
Vivo.
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«Esta canción yo la amo», decía a menudo en sus recitales Mercedes Sosa, ya fuera sobre el escenario del Caupolicán, del Luna Park o del Maracaná de Río de Janeiro. Y lo decía de corazón, porque sentía suya la temática de una canción que ahora se convierte para los argentinos casi en el himno musical de la pandemia de coronavirus.
Zamba para no Morir ya registra miles de reproducciones en Youtube y, junto al hashtag Quédatenecasa, fue elegida para unir a numerosos artistas trasandinos con un llamado a cuidarse y a permanecer aislados para superar la grave crisis sanitaria en todo el mundo.
La canción, tan popular como profunda en su contenido, pertenece a los compositores Norberto Jorge Ambros, Hector Alfredo Rosales y Hamlet Lima Quintana.
La Negra, como apodaban a Mercedes Sosa, la tenía entre sus preferidas tanto como el icónico Gracias a la Vida de Violeta Parra.
El poeta Hamlet Lima Quintana habló poco antes de morir sobre el sentido profudo de la canción, que muchos definen como un himno a la vida. «El temor a la muerte es el temor a lo desconocido, no el temor a desaparecer, sino el temor a desaparecer sin haber hecho uno lo que cree que tenía que hacer. Eso debe ser pavoroso. Pero, en sí, es un tránsito inexorable, es una mala costumbre como digo yo. Yo pienso que el mayor acto de libertad que puede hacer uno que escribe es la negación de la muerte, que es la zamba para no morir. Ese es un acto de libertad», expresó el autor de la zamba que ahora reúne a los argentinos en una dura batallas contra la muerte.