Nueva Zelanda, el país océanico de cinco millones de habitantes con dos islas principales y un gran número de islas menores, por estos días empieza de a poco a retomar la normalidad, tras ser catalogado como un ejemplo en la lucha contra la pandemia de covid-19. De hecho, según los datos de ayer de la Universidad Johns Hopkins, tienen 1.497 enfermos confirmados y apenas 21 muertos.
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Por eso se han autocalificado como la primera nación que derrota al coronavirus, algo declarado por la Primera Ministra, Jacinda Ardern, quien anunció la relajación de las medidas impuestas de nivel tres a nivel dos luego de varias semanas de estricta cuarentena nacional y de una estrategia de combate frontal a la enfermedad.
En poco más de una semana reanudarán de forma escalonada casi la totalidad de sus actividades, pero con distanciamiento físico. Los cines, restaurantes, cafeterías y gimnasios reabren este jueves 14 de mayo; los escolares retornarán a los colegios el próximo lunes 18, y la reapertura de los bares será el jueves 21.
Desde la ciudad de Christchurch, la tercera más poblada con casi 400 mil habitantes, el chileno Luis Apiolaza Zúñiga (en la imagen con su hijo) contó a Publimetro las claves del éxito de Nueva Zelanda frente a la pandemia.
“El sábado 21 de marzo, la Primera Ministra anunció un sistema de cuatro niveles de emergencia para enfrentar la enfermedad, y empezamos en el segundo. Dos días después pasamos al tercero y dos días más tarde pasamos al cuarto. El discurso que se hizo para explicar la cuarentena fue impresionante y movilizó a todo el país para seguir las reglas de un encierro que iba a ser al menos de cuatro semanas. Los servicios básicos, hospitales, farmacias, supermercados y estaciones de servicio, siguieron funcionando. De verdad es un orgullo la manera en que ha sido tratado acá este problema de salud pública… Hay confianza en el gobierno porque no ha ocultado casos y el sistema de seguimiento de la pandemia ha mejorado muchísimo. La gente pudo ser disciplinada porque la autoridad es más disciplinada y se ajusta a las mismas reglas que el resto, pero igual nos seguimos cuidando”, señaló este ingeniero forestal de la Universidad de Chile, quien vive desde 1996 en ese lejano país, al que se fue junto a su señora y donde nació su hijo.
Luis Apiolaza Zúñiga –el cual estudió en Nueva Zelanda un doctorado en Genética Forestal en la Universidad de Canterbury y hoy es profesor e investigador- agregó que “empezamos con pocas camas en la relación hospital/población y no teníamos un buen sistema para seguir los casos, pero el Gobierno dio vuelta la situación a través de un manejo espectacular de las comunicaciones… Siempre dejaron en claro que la prioridad era proteger a las personas, sobre todo a los más vulnerables, y por eso a todos nos pidieron quedarnos en las casas para salvar vidas. También apareció la idea de la “burbuja”, o sea, la gente con la que uno compartía la cuarentena en el hogar”.
-¿Cómo sobrellevaron la cuarentena?
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-Con responsabilidad. Se permitía salir a caminar cerca de tu casa, manteniendo una distancia de dos metros y respetando las “burbujas”, pero las calles estaban prácticamente vacías. Durante las primeras semanas los casos seguían subiendo y algunos productos, como el papel higiénico, la harina y los desinfectantes, desaparecieron de los supermercados. De a poco las cosas empezaron a reaparecer y los casos nuevos comenzaron a bajar… Al final de las primeras cuatro semanas se extendió la cuarentena por una semana más, todavía en nivel cuatro, y de ahí pasamos a dos semanas en nivel tres, y se podía combinar de a dos “burbujas”. Este jueves 14 pasamos a nivel dos y el lunes que viene empiezan las clases de nuevo en las escuelas.
-¿Y de qué manera han manejado el tema económico?
-Al principio de la cuarentena, el gobierno anunció un programa de 12 mil millones de dólares neozelandeses (poco más de siete mil millones de dólares estadounidenses) para apoyar subsidios de salario y así las empresas pudieran retener a sus empleados. Por eso la gente ha podido mantenerse en la casa durante todo este tiempo… Se sabe que este plan para controlar el covid-19 tendrá fuertes consecuencias económicas. El país cerró el ingreso de gente que no son ciudadanos o residentes permanentes, aunque el turismo es una de las industrias más importantes. Somos cerca de la cuarta parte de la población de Chile y tenemos un tercio del territorio chileno, pero en un año normal acá llegan cinco millones de turistas… y llevamos un mes y medio sin visitantes. El tema es claro: tener mortandad con crisis económica o cuidar a la gente y tener solo la crisis económica. Y en Nueva Zelanda se apostó por lo segundo… A corto plazo el panorama económico es difícil, pero hay cierto nivel de optimismo porque al final se evitó una tragedia grande. Si no fuera porque el virus llegó a un par de asilos de ancianos, quizás hubiéramos tenido menos de cinco muertos en vez de 21.