La cineasta Sasha Joelle Achilli hizo en 2015 en África un documental sobre el ébola y ahora realizó otro sobre el coronavirus, en Italia. ¿Cuál de los virus le asusta más? La respuesta es fácil.
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“Lo aterrador del covid-19 es que está por todas partes, y uno sencillamente no lo sabe. Es transportado por aire y parece mucho más fácil de contraerse. Así que es más aterrador, definitivamente. Es más fácil protegerse del ébola”, dijo la profesional audiovisual, quien filmó una película llamada “Dentro de la guerra Covid de Italia” que iba a ser transmitida este martes 18 de mayo por la noche en el programa «Frontline» del canal PBS, la cadena pública de Estados Unidos.
Y aunque el documental presenta la crisis a través de los ojos de una doctora en una sala de emergencias del hospital de la ciudad de Cremona, en la zona de Lombardía al norte de Italia, la historia es universal.
La escena en Cremona en la que la doctora Francesca Mangiatordi llama a varios proveedores de servicios médicos suplicando por camas vacías para colocar a pacientes de coronavirus que atestan su sala de emergencias pudo haber ocurrido en cualquier centro asistencial azotado por la pandemia (video abajo).
Esta profesional del área de la salud tomó una foto a la enfermera Elena Pagliarini exhausta (al lado) descansando un rato en el hospital, imagen circuló ampliamente por internet. La cineasta la contactó antes de viajar a Italia y por ello la colaboración de Francesca Mangiatordi y de otros médicos permitieron contar una historia más amplia a través de un lente personal.
La cámara de Sasha Joelle Achilli captura a una mujer de treinta años, sentada sola en una silla de ruedas y llamando a su esposo para decirle que la radiografía de sus pulmones no lucía nada bien.
“Es como una pesadilla”, dice la mujer.
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Más dolorosa es la historia de un joven de 18 años llamado Mattia. Atemorizado de morir, se sentía demasiado abrumado como para aceptar una videollamada de su madre antes de ser entubado. Las enfermeras pensaban que no sobreviviría. Más tarde, tras su recuperación, puede verse una emotiva escena de su reunión con su mamá.
En un momento, Francesa Mangiatordi (al lado) mira preocupada un cronograma de trabajo y se pregunta si habrá suficientes médicos para llenar todos los turnos, porque muchos han enfermado. Entre ellos está la también doctora Laura Bocchi, quien señala mientras se encuentra aislada de su familia: “Soy una paciente y desafortunadamente poseo conocimientos médicos”.
A pesar de todo, el personal médico vive una montaña rusa de emociones que se torna brevemente eufórica cuando el número de casos baja antes de dispararse de nuevo.
Después de días de trabajo pesado, Francesa Mangiatordi vuelve a casa con su familia, que literalmente no puede tocarla. Su esposo está orgulloso y aterrado a la vez y su hija de once años llora ante la idea de una vida sin su mamá.
El padre de la cineasta vivía a una hora de donde estaba filmando, pero ella no podía verlo. Además de asegurarse estas completamente protegida durante la filmación, estaba la preocupación adicional de poder transmitir el virus ellas sin saberlo.
Ver la película le produce una profunda sensación premonitoria. Puramente por casualidad, dice Sasha Joelle Achilli (al lado), los personajes en los que se enfocó tuvieron todos buenos resultados.
“Espero que el documental le dé fuerza a la gente, que vean que si van a contraer el virus, hay esperanzas. Creo que necesitamos fuerza en estos momentos. Todos estamos viviendo esta cuarentena. No estamos viendo lo que realmente está pasando… Tras haber visto lo que le sucedió al sistema de salud y lo que pasaron los médicos, pienso que el confinamiento y estas medidas draconianas son la única manera de que esto quede bajo control… Entiendo que nuestra libertad ha sido arrebatada, que no estamos acostumbrados a vivir así ni a que los gobiernos nos digan qué podemos y qué no podemos hacer. Pero cuando uno ve lo que están pasando, hay que quedarse en casa”.