La orden de las autoridades mexicanas es clara: Hay cuarentena y la gente se tiene que quedar en casa para evitar contagios. Pero en muchos casos el pobre no puede darse «el lujo» de quedarse encerrado. Así lo descubrió en carne propia Iker, un pequeño de 9 años de Ciudad Victoria, Tamaulipas, México.
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Mientras sus compañeros se mantenían encerrados, protegidos en sus casas y siguiendo sus clases on line, Iker no tenía esa suerte. En la casa del pequeño no había computador ni tampoco los recursos para comprarlo.
Pero no se detuvo, como su bicicleta, le colocó un cajón al frente con un letrero que decía «Uber Eats. Se hacen mandados por $5», un poco menos de 200 pesos chilenos. Iker quería juntar dinero para comprarse una tablet para poder hacer sus tareas.
Así el pequeño desafiaba la cuarentena y arriesgaba su salud interactuando con mucha gente de su barrio y de los negocios, en plena arremetida de la pandemia de coronavirus.
Na vecina narró la historia en su Instagram y los medios difundieron el esfuerzo y entereza del pequeño.
Los vecinos, de un sector muy popular, de inmediato acudieron en ayuda del pequeño, con regalos para animarlo y un par de día después el Sistema de Protección de la Familia del gobierno mexicano le regaló una tablet y una bicicleta nueva a Iker.