Los estadounidenses se despertaron el domingo entre calles carbonizadas y llenas de vidrio en docenas de ciudades después de otra noche de disturbios alimentados por la ira causada por el maltrato de personas negras a manos de la policía, mientras las fuerzas del orden respondieron a la violencia con gases lacrimógenos y balas de goma.
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Miles de personas marcharon pacíficamente por las calles para protestar por la muerte de George Floyd, un hombre negro que murió el 25 de mayo en Minneapolis después de que un policía le presionó el cuello con la rodilla hasta que dejó de respirar. Pero muchas manifestaciones terminaron en caos al caer la noche: coches y negocios fueron incendiados. Las palabras «no puedo respirar» fueron pintadas con pintura en aerosol muchos edificios. Incluso un basurero se incendió cerca de la Casa Blanca.
La furia provocada por la muerte de Floyd se vio agravada por el coronavirus, que dejó a millones sin trabajo y ha causado la muerte de más de 100.000 personas en Estados Unidos, sobre todo a gente de las minorías.
«Estamos hartos de eso. Los policías están fuera de control», dijo la manifestante Olga Hall en Washington, D.C. «Son salvajes. Simplemente ha habido demasiados niños muertos».
La gente incendió carros, arrojó botellas a los oficiales y rompió las ventanas de escaparates, llevándose televisores y otros artículos, incluso cuando algunos manifestantes les instaron a detenerse. En Minneapolis, la ciudad donde comenzaron las protestas, las fuerzas del orden se retiraron al iniciar un toque de queda a las 8 de la noche.
También hubo toques de queda en más de una docena de ciudades importantes de todo el país, incluidas Atlanta, Denver, Los Ángeles, San Francisco y Seattle.