Priya Khanna tal vez siempre estuvo destinada a ejercer la medicina y no necesariamente porque pertenecía a una familia de médicos.
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Hija de un cirujano y una pediatra que inmigraron de la India y se radicaron en el norte de Nueva Jersey a principios de la década de 1970, Khanna exploró otras actividades antes de decidirse por la vocación que marcaría su vida.
«Era una persona muy buena. No mataba una mosca. Era incapaz de dedicarse a algo que exigía una actitud despiadada», comentó su hermana menor, Anisha Khanna. «Probó otras cosas y se dio cuenta de que ninguna le gustaba, con excepción de la medicina».
Priya Khanna y su padre, Satyender D. Khanna, contrajeron el coronavirus y fallecieron con días de diferencia en abril. Trabajaban muy cerca el uno del otro en el hospital donde había nacido Priya.
Junto con otros tres miembros de la familia que son médicos, los Khanna ayudaron una cantidad incalculable de vidas. Anisha y su madre, Kamlesh Khanna, tenían una oficina pediátrica en su casa en Glen Ridge, Nueva Jersey, a 19 kilómetros (12 millas) de Nueva York. Otra hija de los Khanna, Sughanda, es doctora de una sala de emergencia de un hospital de Maryland. El padre, Satyender, fue cirujano durante cuatro décadas.
Uno de los médicos que atendió a Priya en sus últimos días había sido su alumno. El doctor Niki Kasinathan la recuerda como «la persona más agradable del mundo».
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La familia vive en la misma casa que Satyender y Kamlesh compraron en los años 70. El suyo fue un matrimonio arreglado que hizo que Kamlesh se trasladase a Nueva Jersey, donde Satyender estudiaba medicina.
«Lo conocí un jueves. Nos comprometimos al jueves siguiente. Nos casamos en el tercer jueves y en el cuarto ya estábamos aquí», dijo Satyender.
Los primeros años fueron duros, recordó. En esos días no había una pujante comunidad india como ahora y a Kamlesh le costó adaptarse a la nueva cultura y al reto que representaba iniciar una práctica pediátrica en un ambiente dominado por los hombres, mientras criaba cuatro hijos. Su esposo estaba siempre ocupado.
«Trabajaba día y noche, se encargaba de todas las emergencias, de todo caso difícil que hubiera», manifestó. «Fue un buen padre, pero no como los padres de hoy, que cambian pañales, les dan la leche a los niños. Adoraba a sus hijas y les dio todo lo que pudo, pero el trabajo estaba siempre primero».
Sughanda idolatraba a su padre y quería ser cirujana, cuenta su madre. Priya consideró estudiar derecho o dedicarse a los negocios, pero al final optó por la medicina y se especializó en nefrología, el estudio de las enfermedades del riñón. Anisha siguió los pasos de Priya y estudió en la Montclair Kimberley Academy y en la Universidad Drew, cerca de su casa, para luego ir a la Facultad de Medicina de Kansas City.
«Nuestros padres fueron un ejemplo. Me dediqué a mi profesión por mi madre, que es una mujer muy fuerte», dijo Anisha. «Pero admiraba mucho a Priya, que era mi hermana mayor y siempre me protegió. La extraño mucho».
Satyender empezó a sentirse mal a mediados de marzo y una semana después fue llevado en una ambulancia al Clara Maass Medical Center, un pequeño hospital de Belleville. Kamlesh pudo visitarlo por unos pocos minutos, con equipo protector. Fue la última vez que lo vio.
Priya tenía problemas con su sistema inmunológico y se aisló en su casa. Pero pronto empezó a exhibir síntomas. Cuando su cuadro empeoró, fue llevada al hospital y se le dio oxígeno. Cuando Kasinathan vio a su antigua profesora por primera vez, Priya estaba despierta pero tenía dificultades para respirar y para mantener una conversación, aunque de todos modos pudo enviar mensajes a otros médicos preguntando por sus pacientes.
«Fue devastador ver del otro lado, como paciente, a alguien que ayudó a formarte», dijo Kasinathan. «Como médico, uno sabe lo que pasa y sospecho que ella estaba al tanto de la situación y sabía que si necesitaba un respirador, probablemente no iba a poder salir de esto».
Anisha, su hermana y su madre estuvieron en contacto con Priya vía FaceTime casi todo el tiempo los primeros días. A su padre le pusieron un respirador dos días después de ser admitido y no pudo comunicarse con ellas durante su agonía. Cinco días después, Priya también fue entubada.
Priya estuvo diez días con un respirador y falleció el 13 de abril, a los 43 años. Su padre murió el 21 de abril, sin saber que su hija también había fallecido. Y cinco días después de sus bodas de oro. Tenía 77 años.
«No sé qué decir», expresó Kamlesh Khanna. «Todo esto es muy duro. No sé qué hacer, cómo sobrellevar esto».
«Es una enfermedad muy cruel. No pudimos estar con ellos, tomarles de la mano, acompañarlos», agregó Anisha. «Mi hermana era tan cálida, creo que a ella le hubiera importado eso».