Son pasadas las 00:32 horas del lunes 15 de junio y la intersección entre las calles Schulstraße y Reinickendorfer Straße, en Berlín, está casi desierta. Una mujer en bicicleta, tres peatones y un hombre que salió de un restorán son parte de la sobria fotografía que se toma la calle, en uno de los barrios multiculturales de la ciudad. “En la semana del 15 de marzo y con cuarentena, la calle estaba vacía, pero igual veías a gente tomando en la calle y en las plazas. Como ya es verano, volvió ese tipo de vida”, dice al teléfono Ignacio Riffo (31), abogado chileno que reside en la ciudad desde enero pasado.
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Alemania, junto a otros países de Europa y de otros continentes, forman parte de las naciones que han apostado por la “nueva normalidad” ante el descenso en el número de contagiados y muertos por covid-19 en esos países. Una realidad que, en el caso de Chile, parece lejana.
A mediados de marzo, en Alemania se estableció que la gente podía salir junto a otros que vivieran en su casa y se instalaron restricciones a las libertades de movimiento. “Si no era así, existía el riesgo de tener multas de hasta mil euros”, afirma Riffo. Ya a mediados de mayo el país comenzó a relajar las medidas y el uso de mascarillas hoy es obligatorio sólo en espacios cerrados, como el transporte público y supermercados.
“Hace unos días, hubo una manifestación por el ‘Black lives matter’ y fueron 15 mil personas con mascarilla, pero sin distanciamiento. Uno puede decir que se recomienda el uso de mascarillas, pero en la práctica no se cumple”, afirma el abogado, que también cuenta que se abrieron los gimnasios: hay que pedir turno para ingresar.
En el caso de las ayudas gubernamentales, se aplicó el Kurzarbeitergeld, un subsidio que busca evitar despidos masivos, donde el Estado paga parte de los sueldos de los trabajadores de las empresas que soliciten la medida. Se aprobaron fórmulas de flexibilidad en el ámbito fiscal para pequeñas empresas, trabajadores autónomos e independientes y créditos del Instituto de Crédito para la Reconstrucción para las empresas y compensaciones por pérdida de ganancias para los trabajadores freelance. Este mes, el gobierno alemán redujo el IVA del 19% al 16% y entregó 300 euros por hijo a las familias.
“No recibo ayuda como extranjero, porque una de las políticas era estar trabajando. Como yo, hay otros que viven de sus ahorros”, cuenta Riffo.
Recientemente se informó sobre nuevos focos de infección, uno con 657 infectados en una empresa carnicera y otro Berlín, donde se impuso cuarentena obligatoria a 370 departamentos.
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SUIZA: VIDA CASI NORMAL
“La gente se tomaba con risa el coronavirus. Me decían que no era para tanto. Y eso es porque aquí se vivió una situación excepcional, porque se cerraron las fronteras con las otras ciudades”, dice Marcela González (29), quien vive en Berna, Suiza, desde hace ocho años. El país hizo noticia a principios de mes, luego que un video se viralizara mostrando a gente reunida en Ginebra, su capital y lugar donde está la sede oficial de la Organización Mundial de la Salud (OMS), haciendo vida normal.
El país comenzó a cambiar sus medidas a fines de mayo. Para la última semana de ese mes se podían realizar oficios religiosos y, luego de eso, se autorizaron reuniones de hasta 30 personas, con una distancia de un metro entre ellas. Desde el primer sábado de este mes se permiten manifestaciones de hasta 300 personas, que incluyen salidas al cine, teatro o conciertos; tener a cuatro personas por mesa en los restoranes, manteniendo otra de separación de las otras y mientras se tomen los datos de los presentes, para poder trazar los casos si es que alguno resulta contagiado.
“En los locales de comida, por ejemplo, se instalaron mamparas de vidrio para separar las mesas. Y en las discotecas, que antes abrían de noche, ahora lo hacen desde las 18:00 hasta las 00:00 horas”, cuenta González.
En el caso de los gimnasios, implementaron dejar entrar a 50 personas máximo. “Además, las máquinas que son de contacto físico las tienen clausuradas”, dice la dueña de casa. Según comenta, la mayor ayuda que ha entregado el gobierno es una serie de créditos, “que si los solicitas, debes devolverlo íntegramente. Hay gente que ha perdido sus trabajos y también quienes, para poder mantenerlos, les ofrecieron reducción de sueldo… Pero los que trabajan y estudian, en ese caso, no pueden costearse los estudios. Realmente no pinta para nada bien la cosa en Suiza”, afirma.
ITALIA: SIN SALUDO DE BESO
Al límite con Suiza, hacia el sur, está Italia, uno de los países más azotados con el covid-19. Pero tras meses de altas cifras de contagio y fallecidos, han reactivado sectores de su economía y ya abrieron bares, restoranes y el turismo, luego de que el número de muertos disminuyera a 26 el lunes 15. La chilena Bárbara Herreros (69), que vive en Roma, dice que las municipalidades se han encargado de entregar ayuda a la gente con menos recursos. “La comunidad extranjera en Italia es enorme, tenemos a los inmigrantes de África, que viven en condiciones desastrosas, y cada comunidad ha concentrado sus ayudas en los suyos”, cuenta.
El gobierno dio en abril y mayo, a gran parte de los trabajadores, 600 euros, “suponiendo que no se había podido trabajar para nada o que se había hecho, pero menos” por la pandemia. “Esa ayuda se recibía en la cuenta corriente. En junio se hizo algo similar por mil euros, pero es más complicado, porque son más documentos para justificar la situación económica de cada uno”, comenta. A pesar de la iniciativa, dice que los pagos, en determinados sectores, como para los obreros, han demorado y la población no está del todo satisfecha. “Han tardado mucho”, dice Herreros.
“El distanciamiento social se está manteniendo, y hay multas altas para quienes no respeten las reglas. La gente se siente más segura y se olvida la cantidad de muertos que hemos tenido”, dice, sobre la cifra total que supera los 34 mil difuntos y que estuvo al menos durante dos meses con más de cien decesos a diario, siendo el mayor punto el 27 de marzo, con 919 fallecidos. “Todavía nadie se saluda con la mano, menos con un beso y pasará tiempo antes que se vuelva eso parte de la normalidad”, afirma.
ESPAÑA: AYUDA A LOS TRABAJADORES
“La primera vez que salimos a caminar, fue todo muy loco. Una sensación que ya tenía olvidada. Ahora estoy un poco más acostumbrado, pero uno se siente amenazado por la calle. Andas más desconfiado”, cuenta Raimundo Flores (25), periodista chileno residente en Madrid desde noviembre pasado. Su cuarentena comenzó el 8 de marzo y terminó el 25 de mayo, en un confinamiento estricto de dos meses. Previo a eso, la población española ya podía salir a la calle en determinadas franjas horarias, principalmente en los bloques de las 06:00 y las 10:00 horas, y las 20:00 y 23:00 horas.
“En la práctica, el distanciamiento social es difícil de cumplir, sea en el transporte público o en la calle, porque no siempre uno puede guardar mucha distancia. Lo mismo en los restoranes”, dice el periodista, y añade: “Uno a veces se saca la mascarilla y te sientes muy libre. Pero al mismo tiempo es como estar rompiendo las reglas”.
Con respecto a las ayudas entregadas por el gobierno de España, una de las principales medidas fue el Expediente de Regulación temporal de Empleo (ERTE), en la que un trabajador pasa a estar desempleado de manera no definitiva, mientras se considere que la actividad de la empresa haya cesado.
En este período, que el gobierno definió no pasará de septiembre, se le entregará al trabajador un 70% de su cotización, calculada con respecto a los últimos 180 días trabajados. Cuando se retomen las jornadas tradicionales, el empleado vuelve a su trabajo y se le confirma la permanencia contractual hasta seis meses después de eso, como parte de la protección al empleo.
Junto a esto, el país donde volvió el fútbol -sin público- la semana pasada, se establecieron otras medidas, como la prohibición del corte de suministros básicos a los hogares más vulnerables y el descuento del 40% de la cuenta de la luz; subsidios para las asesoras del hogar que hayan perdido su trabajo o reducido sus horas laborales; créditos a costo cero para quienes deban pagar el arriendo y no tengan cómo; entre otras.
NUEVA ZELANDA: AGRANDANDO LAS VEREDAS
Otro país que retomó su actividad deportiva es Nueva Zelanda, con el rugby. Eso sí, luego que durante tres semanas no tuvieran nuevos casos de contagio, el sábado fue la primera jornada con público: más de 43 mil. La prensa destacó la ausencia de distanciamiento social y mascarillas. “Después del lockdown, se impuso el distanciamiento. Recomendaban un mínimo de dos metros de distancia con otra persona y, para esto, se ensancharon las veredas de las calles para hacer más fácil el tránsito de peatones”, dice Francisco F. Hartley (32), quien reside en Auckland desde hace dos años.
Tras el confinamiento, dice que comenzaron a abrir los restoranes de comida rápida y cafés, pero solamente para retirar en local en una compra previamente realizada por una aplicación de la tienda. Además, el servicio público estuvo exento de pagos durante la cuarentena y el nivel 3 de la pandemia. “Podías tomar locomoción gratuita, pero manteniendo el distanciamiento. En los trenes o metro te podías poner en los asientos que daban hacia la ventana y no al pasillo. Y sí, la capacidad se redujo a la mitad”, dice el chileno.
Una de las ayudas entregadas por parte del gobierno fue el subsidio al sueldo mínimo. Las empresas que registraran un 30% menos en las utilidades que tenían proyectadas previo a la pandemia, se les subsidiaba el 85% del sueldo mínimo de sus trabajadores por un período de hasta 12 semanas. Se extendieron, además, las visas temporales sin ninguna excepción hasta septiembre. “Para los turistas fue más complicado, porque muchos optaron por irse. Para el lockdown, si estabas acá, tenías que buscar residencia para el mes que iba a durar”, añade. Las pequeñas empresas que no pudieron abrir ni funcionar con normalidad, se les permitió postergar deudas o congelarlas, entre otras medidas.
La semana pasada el país se declaró libre del virus, pero estos días confirmó dos nuevos casos importados. Las afectadas eran dos mujeres que viajaron al país con permiso especial para visitar a su padre convaleciente desde el Reino Unido, por lo que el gobierno pidió a los militares respetar las normas de control.
AUSTRALIA: CERCA DE LA NORMALIDAD
Australia, al oeste de Nueva Zelanda, tuvo su primer confirmado de covid-19 el 25 de enero, en Melbourne. Desde ese primer momento, el gobierno tomó medidas contra la propagación del virus y en febrero optó por prohibir la llegada de ciudadanos chinos y todos quienes ingresaran debían mantener una cuarentena preventiva de 14 días.
“Estamos en una etapa cercana a la normalidad. Se están levantando la mayoría de las restricciones y aquí nunca se ha requerido utilizar mascarillas durante la cuarentena completa, pero aún se sigue incentivando fuertemente el distanciamiento social de 1,5 mt”, dice Pablo Fernández (30), chileno residente en Sydney desde hace seis años.
Según comenta, las tiendas comerciales han ido reactivándose y semanalmente se anuncia qué tipo de local puede abrir y cuántas personas máximo pueden acceder.
“Los gimnasos han abierto, pero con un máximo de 10 personas por clase, pero una semana después, eso se duplicó. Lo mismo para los restoranes, pero eso fue más complicado para los locales grandes. Dos semanas después el número subió a 50 personas, así que ahí se pudo”, dice el entrenador físico.
El sábado abrieron los pubs y, según cuenta Patricio Oyedo (32), se exige mayor distanciamiento al interior. “No puedes bailar fuera de tu silla. Y si lo haces, te piden que no lo hagas, porque no está permitido”, dice el comunicador audiovisual. Además, menciona también que el gobierno creó una aplicación que funciona mediante bluetooth del celular y que, si contraes covid-19, les avisa a todos quienes estuvieron cerca tuyo por más de diez minutos para que tomen una cuarentena preventiva.
Otras medidas han sido el subsidio de $1.500 dólares australianos a empresas por cada empleado, de manera quincenal, para evitar que parte de la población pierda su trabajo. Particularmente la comunidad extranjera no se ha visto beneficiada, pero sí en el estado de Victoria estudiantes de otras nacionalidades fueron ayudados con el pago de sus aranceles. Además, se suma un depósito semanal de $750 dólares australianos para los trabajadores mientras dure la crisis. “Eso le ha permitido a la mayoría de la población quedarse realmente en sus casas y no tener la necesidad de ir a trabajar”.