Un grupo de adolescentes no encontró nada mejor que atacar un nido de cisnes en la localidad de Kearsley, en el Reino Unido. Con una brutalidad injustificable lanzaron ladrillos y destrozaron varios huevos de un nido.
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La cisne tenía seis huevos y fueron destruidos tres. Después otros dos huevos desaparecieron y solo quedó uno. El cisne macho se marchó producto del estrés de la situación.
El nido era monitoreado por un grupo de animalistas que unos días después del ataque contaron a la cisne hembra muerta al lado de su nido.
En declaraciones al Manchester Evening, Sam Woodrow, uno de los integrantes del grupo que vigilaba el nido, aseguró que «probablemente murió con el corazón roto».