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Las medidas de distanciamiento físico para frenar la propagación del virus Sars-CoV-2 están generando una crisis de salud mental en todo el planeta, según ha advertido hace algunas semanas la Organización Mental de la Salud. En Chile, uno de estos efectos recaerá con fuerza sobre personas con diversos tipos de demencia y sus cuidadores.
La disminución de actividad física y un brusco cambio de sus rutinas representan factores para el empeoramiento de la condición de individuos con demencia. Lo que aumentará la carga sobre quienes cumplen esta función en un escenario de menor acceso a apoyo, advierten los especialistas. En un contexto normal, de hecho, más del 50% de ellos desarrolla algún tipo de trastorno psicológico como consecuencia de su labor.
Ansiedad y depresión
Andrea Slachevsky, investigadora del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile (Icbm), explica que el confinamiento y los protocolos de distanciamiento físico están agudizando la sobrecarga laboral. Cuadros de ansiedad y síntomas asociados a la depresión podrían manifestarse especialmente en contextos de mayor vulnerabilidad y menor acceso a redes de apoyo.
“No hay datos locales, pero nivel internacional estos muestran que los efectos de la cuarentena y el distanciamiento físico en personas con demencia y sus cuidadores es grave, porque su capacidad de adaptarse a los cambios de rutina está más disminuida. Lo que se está observando en el mundo es un fenómeno de empeoramiento en la salud de ambos grupos”, plantea Slachevsky.
La científica del Icbm expone que “en este escenario, toda la sociedad lo está pasando mal, pero el impacto es aun peor para un cuidador que, de antemano, ya tiene una situación frágil y muy demandante, y que además tiene que asumir esta pandemia con alguien que no puede entenderla, y quien, por los cambios en sus rutinas, se puede alterar y confundir mucho más”.
95% de los cuidadores son parientes
Un grupo de investigadores del Instituto de Ciencias Biomédicas y el Centro de Gerociencia, Salud Mental y Metabolismo (Gero), ambos de la Facultad de Medicina de la U. de Chile, la Facultad de Ciencias Sociales de la misma casa de estudios, el Hospital del Salvador y la Universidad Andrés Bello, en colaboración con la Universidad de Minas Gerais de Brasil, impulsaron un estudio que busca recolectar datos que permitan comprender el impacto de la problemática durante la pandemia y suministrar información de calidad para gestionarla.
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Se estima que en Chile se registran cerca de 200 mil individuos con demencias, y la mayoría necesita el apoyo de un cuidador. El 95% de estos tiene algún grado de parentesco y un 75% son mujeres, principalmente hijas, esposas o nueras, de acuerdo a un estudio de la Universidad de Chile del año 2017.
El proyecto contempla la habilitación de una encuesta virtual para la obtención de datos actualizados sobre la problemática. Su propósito es que estos hallazgos puedan orientar la implementación de planes preventivos y, eventualmente, políticas públicas de mayor efectividad en la materia. Esto considerando el impacto que el empeoramiento de las personas con demencia y la mayor exigencia sobre sus cuidadores en un escenario de confinamiento podría tener sobre el sistema sanitario.
Slachevsky comenta que la retroalimentación desde este grupo puede ser la primera oportunidad para evaluar el impacto de la pandemia sobre quienes sufren la condición. De momento, explica, no es factible estudiar a los propios pacientes, debido a las medidas de aislamiento y por la imposibilidad de obtener un consentimiento en la entrega de información para fines de investigación.
63% de los cuidadores estaba con sobrecarga severa: antes de la pandemia
Antes de la pandemia, un 63% de los cuidadores estaba en un nivel de sobrecarga severa, con impactos sanitarios tales como agotamiento, estrés, mal dormir, angustia, intranquilidad, depresión y problemas físicos de salud. La académica de la Universidad de Chile subraya, además, que en un porcentaje importante, ven afectadas sus posibilidades laborales y sufren, por consecuencia, un empobrecimiento económico y dificultades para ser parte de un engranaje social.
Los investigadores proyectan que esto podría agravarse en los próximos meses, por lo que resultará clave la implementación de rutinas y actividades al interior de viviendas para controlar los factores de riesgo. Para ello, el estudio considera una encuesta virtual, de siete secciones, que será aplicada durante este mes. Y, posteriormente en una segunda oportunidad, dentro de seis meses.