La ciudad de Iztapalapa, México, fue testigo de uno de los dramas más grandes que ha provocado el coronavirus en América. La pandemia mató a una familia entera, compuesta por un matrimonio y sus dos hijos, todos ya mayores.
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Se trata de los Sánchez González, quienes vivían todos juntos y cuyo drama lo narra una de las sobrinas del matrimonio, María del Carmen Álvarez.
El primer golpe del coronavirus fue contra Julio César, de 35 años, el menor de los hijos. Dio positivo a mediados de abril, fue internado en un hospital y de inmediato comenzó su lucha contra el covid.
Mientras el hijo menor permanecía en la UCI, su hermano mayor, Ricardo, de 45 años, también fue infectado, pero a diferencia de Julio César, la enfermedad fue fulminante. «Lo llevaron al hospital, pero más tardaron en recibirlo que en decirles que tenía ya media hora de haber muerto», aseguró María del Carmen.
El cuerpo de Ricardo fue incinerado el 30 de abril y horas después se conoció el fallecimiento de Julio César.
Pero el coronavirus no se detuvo ahí. Después de arrebatarle a sus dos hijos, atacó a sus padres. El primero en morir fue Emilio, de 68 años, quien murió el 8 de mayo, y luego falleció su esposa, Aurora, de 65, el 13 de mayo.
Así se sentenció la suerte de toda la familia. En menos de un mes todos terminaron muertos por el coronavirus y ahora la casa que ocupaban esta desocupada, porque nadie quiere habitar en ella. Ahora ya la casa está sola, fría, ya no hay ni quien en esa casa, todo se acabó. En un mes se acabó todo», sentenció María del Carmen Álvarez.