La comunidad científica ya lo califica como un «desastre de conservación». Más de 350 elefantes aparecieron muertos sin ninguna explicación en el norte de Bostwana.
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La extraña muerte masiva comenzó a principios de mayo. En esa fecha, se informó por primera vez el deceso de un grupo de elefantes en el delta del Okavango. A fines de ese mes, ya se contabilizaban 169 muertes.
A mediados de junio la cantidad de restos aumentó, incluso llegó a duplicarse. Según The Guardian, fuentes locales aseguran que la mayoría de las muertes aparecieron cerca de los pozos de agua.
Hasta el momento existen dos hipótesis: el envenenamiento por cianuro, utilizado por los cazadores en Zimbabwe, o una enfermedad, ya que algunos elefantes fueron vistos caminando en círculos, lo que da cuenta de un deterioro neurológico.
Si bien la tesis del envenenamiento es la que ha tomado más fuerza, los expertos aseguran que los animales carroñeros no parecen morir tras alimentarse de los cadáveres. Ningún buitre mostró un comportamiento anormal, según las autoridades locales.
«Si miras los cadáveres, algunos han caído de bruces, lo que indica que murieron muy rápido. Otros, obviamente, están muriendo más lentamente, como los que están deambulando», señaló a The Guardian, Niall McCann, director de conservación de la organización benéfica británica National Park Rescue.