Desde finales de mayo, tres meses después de que se reportó el primer caso de coronavirus en Brasil, el país ha registrado un promedio de más de 1.000 muertes diarias en una espantosa estabilización que sigue sin descender.
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El jueves por la noche, el Ministerio de Salud reportó que la nación había superado los dos millones de casos confirmados de coronavirus y las 76.000 muertes.
Pese a que los casos han disminuido un poco en algunas de las ciudades más grandes y afectadas de Brasil, el virus está alcanzando su punto más alto en otras regiones del país más extenso de América Latina.
Los expertos dicen que la gravedad de la crisis se debe a la renuencia del presidente Jair Bolsonaro a reconocer la potencial letalidad del virus y a la falta de coordinación a nivel nacional, combinado a su vez con respuestas muy distintas de parte de autoridades municipales y estatales, luego de que algunas regiones reactivaron su economía antes de lo recomendado por los expertos sanitarios.
Un ministro de Salud interino sin capacitación en la materia se encuentra al frente de la respuesta a la pandemia. El mismo Bolsonaro está enfermo de covid-19 después de incumplir repetidamente las recomendaciones de distanciamiento social y socavar las restricciones a las actividades impuestas por las autoridades locales.
Los aproximadamente 7.000 decesos por covid-19 ocurridos en Brasil en cada una de las últimas siete semanas equivalen a varios aviones llenos de brasileños estrellándose a diario, le dijo el exministro de Salud Luiz Henrique Mandetta a The Associated Press.
«La población se ha vuelto insensible», sostuvo Mandetta. «Cuando se dice: ‘Ayer hubo 1.300 muertos’, la gente responde: ‘Ok, entonces no aumentó. El día anterior también fueron 1.300 personas'».
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Los más de dos millones de casos en Brasil lo colocan en segundo sitio a nivel mundial, detrás de Estados Unidos, y los expertos creen que el número es inferior a la cifra real debido a la falta de pruebas generalizada. Un modelo creado por profesores de varias instituciones académicas brasileñas, con base en el número de fallecimientos confirmados, calcula que en Brasil se han registrado cerca de 10 millones de contagios.
«El virus habría sido difícil de contener de todos modos. Pero este hito de dos millones de casos, que está muy por debajo de la cifra real, muestra que esto podría haber sido diferente», dijo el doctor Adriano Massuda, especialista en administración de atención médica y profesor en la Fundación Getulio Vargas, una universidad de Sao Paulo. «No hay una estrategia nacional para realizar pruebas, no hay medidas desde arriba… hay muy poco esfuerzo para mejorar la atención básica, así que encontramos casos graves antes de que se vuelvan demasiado graves; no hay rastreo», añadió.
El virus ha empezado a llegar a ciudades y estados que se habían salvado, lo que contrarresta las disminuciones en otras partes. La cifra de muertos ha bajado en estados como Río de Janeiro y Amazonas, donde la gente fue enterrada en fosas comunes en la capital Manaos. En las últimas dos semanas, 10 de los 26 estados de Brasil y su Distrito Federal registraron aumentos, y el promedio de muertes diarias se duplicó en dos estados sureños.
Bolsonaro ha minimizado la gravedad del covid-19 en repetidas ocasiones, diciendo que las estrictas medidas de distanciamiento social que sacrifican empleos e ingresos a la larga serán más dañinas que el virus en sí, y pidiéndoles a sus simpatizantes que alienten a sus líderes locales para que retiren las restricciones a la actividad. Muchos alcaldes y gobernadores han tenido problemas para mantenerse firmes.
En la mayoría de la gente, el coronavirus provoca síntomas leves o moderados que desaparecen en dos a tres semanas. Sin embargo, en algunas personas, sobre todos los adultos mayores y las que padecen trastornos de salud subyacentes, puede causar enfermedades más graves, como la neumonía, e incluso la muerte.