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Colombia llora a la “Gaba”: la mujer que puso amor y magia al realismo fantástico de García Marquez

En su país la consideraban la primera dama de la literatura, por la trascendencia que tuvo en la existencia del Premio Nobel. Fue su revisora y crítica principal y compartió todos los secretos que el escritor no dejaba aflorar de una de sus “tres vidas”.

La muerte de Mercedes Barcha caló en el corazón de Colombia con la misma fuerza de cuando Gabriel García Márquez se fue para siempre de la tierra de sus fantasías. La pareja se conoció en 1932, él cumplía 13 y ella tenían recién 9 años, y el Premio Nobel siempre confesó que entonces supo que sería el amor de su vida, lo que empezaron a cumplir al casarse en 1958.

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Los biografos de Gabo la definen como el pilar fundamental de la laureda existencia del escritor. El narrador Dasso Saldívar cuenta que se casaron “un viernes (…), cuatro años después de haberse prometido en matrimonio y tras trece de haber estado atizando un noviazgo a fuego lento, sin prisas y sin pausas”.

La pareja tuvo dos hijos: Gonzalo, de 56 años, diseñador gráfico y experto en fuentes tipográficas; y Rodrigo, de 60, director y productor de cine y televisión.

“Ella jugó el papel de la Beatriz de Dante, sólo que Gabo logró casarse con su Beatriz y vivir más de 50 años a su lado. Él ya era un genio cuando se casaron, pero sin Mercedes no habría logrado hacer todo lo que después consiguió en la literatura y en la vida”, expresó el escritor inglés Gerald Martin, autor de una de las mejores biografías del autor de Cien Años de Soledad, El amor en los tiempos del cólera y el Coronel no tiene quien le escriba, entre tantos títulos.

 

Gabo

 

Las tres vida del gran Gabo

Le llamaban «La Gaba’ y se convirtió en  su soporte invaluable y su compañera de sueños en esos viajes increíbles  que Gabo plasmó en muchas historias de papel. Mercedes Raquel Barcha Pardo nació en Magangué (Bolívar) el 6 de noviembre de 1932. Se crió en el municipio  del Magdalena, pero años más tarde se fue con su familia a vivir a Sucre y luego a Barranquilla.

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Sus rasgos elegantes, su distinción femenina y su cuello alargado motivaron a Gabo para bautizar con el nombre de «La jirafa’»su primera columna en el diario El Heraldo, a comienzos de los años 50.

Cuentan que nunca fue amiga de las entrevistas y fueron pocas las que dio en su vida, con una discreción que escondía la imagen de una mujer tímida. En la intimidad de su familia, Mercedes dejaba aflorar su espíritu caribeño más auténtico. Disfrutaba de la buena mesa y los vinos. Fumaba, le encantaba vivir al tanto de lo que sucedía en Colombia y era una lectora consumada. De hecho, Gabo siempre encontró en ella a la primera revisora  y crítica de su obra.

Para su entono de la comarca real de Aracataca, Mercedes fue la esposa perfecta de Gabo. Su amigo Álvaro Castaño Castillo la definió como «una mujer enormemente discreta. Ha sabido desaparecer a tiempo para que Gabo se proyecte en su verdadera dimensión. Ella mide cuidadosamente la distancia, no ocupa posiciones que no le corresponden».

En «Una vida», la biografía de 800 páginas –basadas en 300 entrevistas- que  fuera éxito mundial de ventas, Gerarld Martin sondea en los amores del creador del fantástico realismo mágico: «Gabo había conocido a Mercedes cuando ella tenía 9 años. A los 14 de ella, él ya había decidido que se casaría con ella (como en efecto lo hizo el 21 de marzo de 1958). Decidió probar mundo. Gabo viajó a Europa –y mantuvo amores con Mercedes por carta- y, entretanto, se enamoró de otras: la más importante: Tachia Quintana, actriz española de teatro,  independiente. Fue un romance importante en su vida. Gabo perdió un hijo con Tachia tras un aborto. «Tenemos tres vidas», le dijo a Martin cuando éste intentó indagarle sobre el tema de Tachia. «La pública, la privada y la secreta. No quiero hablar de la secreta», cuenta la magnífica descripción.

 

 

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