En las primeras horas de Transición en las comunas de Santiago y Estación Central, la alta movilidad arrojó cifras preocupantes. Según un informe del Ministerio de Transporte, Estación Central registró un aumento superior al 20% en la circulación vehicular, con respecto a la semana pasada, mientras que Santiago registró un alza cercana al 12%. «Estamos muy preparados para recibir una mayor carga de pasajeros en esa dirección y eso es lo que hicimos y reforzamos en el eje Alameda principalmente», aseveró la ministra de Transporte, Gloria Hutt.
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Pese al optimismo de las autoridades, la opinión de los expertos en transporte es lapidaria. Para Franco Basso, ingeniero matemático, académico de la Universidad Católica de Valparaíso y doctor en transporte, «el Estado está haciendo poco, hay esfuerzos que se pudieron haber planificado mejor. El transporte público no es seguro para trasladarse en pandemia. Hay medidas que se están adoptando, pero existen riesgos. Lo que está haciendo el Estado no es demasiado porque por ejemplo la sanitización en los buses son mucho más bajas de lo que debiera ser, con suerte se hacen una vez al día”.
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«Cuando uno ve la respuesta del estado para evitar el hacinamiento, uno ve una respuesta débil. Hay 115 buses eléctricos, lo que va a ayudar parcialmente pero va a ser insuficiente, porque ni siquiera se acerca a la idea de tener una persona por metro cuadrado, o sea 25 personas por bus y 40 por vagón del metro. Lo ideal sería aumentar la red en un 20% sumar a lo menos 1000 máquinas de preferencia de vía exclusiva», propone el experto.
Basso asegura que esta nueva fase sin duda genera un riesgo, porque «por cada 10 puntos que aumenta la movilidad los contagios aumentan un 15% o 20%, y si a eso le sumamos los riesgos del transporte, los modelos deben indicar que los casos debieran aumentar en las próxima semanas. Esperemos que no sea necesario dar un paso atrás, porque el transporte publico no es capaz de mantener un distanciamiento mínimo de 50 centímetros”.
En ese punto, Carlos Melo, exsubsecretario de Transportes y actual director del Centro de Ingeniería y Políticas Públicas de la Universidad San Sebastián, asegura que aumentar la cantidad de buses no es la respuesta. «La idea es gestionar que no tanta gente use el transporte el mismo horario, porque si efectivamente se lograra cumplir la normativa de distanciamiento social dentro de los buses, esos niveles de capacidad y con la demanda que hay en Santiago, se generaría una congestión afuera, es decir un hacinamiento en el acceso al metro o en las paradas de buses, estarías moviendo el problema”.
Ante dicho escenario, Melo cree que «la gente debe evitar hablar en el transporte público y que se tomen medidas de ventilación», porque los hechos demuestran que «el sistema no está diseñado par manejar la cantidad de gente que se requiere en esta situación”. Y algo que hay que tener claro es que “la solución no se puede lograr en el corto plazo».
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Desfase de horario y flexibilidad de las empresas
Respecto al plan de refuerzo al sistema de transporte público impulsado por el Gobierno, Melo, al igual que Basso, también es crítico porque si bien «los tiempos para tomar las medidas existieron», lo ideal «hubiese sido que el mismo plan de movilidad segura que propuso el ministro haya sido integrado completamente”. En ese sentido, también esperaba que el Estado «haya asumido un rol más agresivo y directo en el tema de los horarios».
«Lo ideal es que se mantenga el teletrabajo y lograr un desfase de horarios, manejarlo de manera inteligente por parte de las empresas. La autoridad no ha tenido un rol de coordinación. Lo ideal es que desde el Gobierno se intentara coordinar con las empresas que iban a recomenzar sus actividades para ver el tema del horario y que las empresas flexibilicen y den facilidades a sus trabajadores para lograr una dispersión”, agrega Melo.
Ahí Basso coincide. «Es necesario avanzar en un ingreso escalonado al trabajo a través de un acuerdo social que indique por horario a ayudar a mover las personas en horario punta. Si uno mueve el 20% ó 30% personas menos por hora punta, la presionó baja considerablemente. En este escenario, los horarios laborales deberían acortarse y eso requiere de una organización del estado, porque a los privados y al sistema le conviene que todos entren a la misma hora. Ahí debe haber una política estatal fuerte que no se ha visto”.