Mientras en Inglaterra el premier Boris Johnsson clama porque los padres dejen a sus hijos volver a clases y jugar con sus amigos desde el próximo mes, en el resto de Europa y en Sudamérica el proceso de retorno al colegio ha sido uno de los más complejos en la estrategia de vuelta a la normalidad de los diferentes gobiernos.
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En Chile ya es un tema de evidente desencuentro entre el oficialismo y la oposición, con una postura abiertamente opuesta del magisterio. Lo más cercano es la experiencia de Argentina, que avanza en la lucha contra la pandemia e inicia en forma escalonada y progresiva la reanudación de clases, por ejemplo, en Catamarca y Formosa, según destacan los medios trasandinos.
También con avances y retrocesos en San Juan. El riesgo, analizan, no está en la experiencia del aula, donde se cumplen protocolos estrictos, sino en el entorno. Así ocurrió en San Juan, que había reinsertado a más de 10 mil estudiantes, pero el rebrote del virus aumentó los casos, y obligó a volver a fase 1.
En la Escuela 146, de Formosa, donde concurren 103 niños “las clases se reiniciaron el martes” contó su directora, Nancy Duarte, a Página 12. Igual que en Catamarca, donde aplican una fórmula interesante: asisten en días alternados, los primeros niveles y los últimos. En dos horarios: de 8.30 a 10, y otro turno hasta las 12.30. En grupos de diez alumnos. Así, la escolaridad rural argentina reabrió 10 de sus 19 zonas educativas, en 408 colegios a los que concurren más de 9.500 estudiantes, de todos los niveles.
Una experiencia que habrá que seguir con atención, aunque en Chile muchos crean que este año académico ya quedó «repitiendo» y que las clases recién volverán en el próximo verano.