Shinzo Abe, quien por más tiempo ha sido el primer ministro de Japón, pretende dejar el cargo por deterioro de su salud, según el partido político al que pertenece.
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En un país que llegó a ser conocido por la corta duración de los primeros ministros en sus puestos, la salida de Abe marca el final de una inusual era de estabilidad en que el líder japonés estableció fuertes lazos con el presidente estadounidense Donald Trump pese a que el ultranacionalismo de Abe causaba la molestia de las dos Coreas y China.
Si bien sacó a Japón de la recesión, la economía del país se ha visto mermada nuevamente por la pandemia del coronavirus, y Abe no ha logrado alcanzar su apreciada meta de reescribir formalmente la constitución pacifista redactada por Estados Unidos ante el poco apoyo público.
Abe es un prominente político que fue preparado para seguir los pasos de su abuelo, el ex primer ministro Nobusuke Kishi. Su retórica política suele centrarse en hacer de Japón una nación “normal” y “hermosa” con sólidas fuerzas militares y un mayor rol en los asuntos internacionales.
Hiroshige Seko, un secretario general del partido para la Cámara Alta del Parlamento, confirmó que Abe anunció su renuncia a los ejecutivos del partido.
Las preocupaciones sobre el grave deterioro de la salud de Abe, que surgieron a principios de este verano, se intensificaron este mes al visitar un hospital de Tokio dos semanas consecutivas por revisiones de salud no especificadas.
Se prevé que Abe, cuyo periodo culmina en septiembre de 2021, se mantenga en el puesto o hasta que un nuevo líder del partido sea elegido y aprobado formalmente por el Parlamento.
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Abe se convirtió en el primer ministro de mayor duración en Japón en 2006, a sus 52 años.
Necesito luchar contra la enfermedad»
Posteriormente, el propio Abe dio una conferencia de prensa en Tokio, en donde anunció su dimisión producto de los problemas de salud debido a la colitis ulcerosa crónica que padece.
Al respecto, afirmó que «he decidido dimitir del cargo de primer ministro», agregando que «juzgué que no debería continuar con mi labor como primer ministro».
«Necesito luchar contra la enfermedad y necesito ser tratado, no estaba en el estado perfecto», reveló.
Por último, indicó que “durante casi ocho años controlé mi enfermedad crónica, sin embargo, este año, en junio, me hice un chequeo regular y había una señal de la enfermedad”