Las Vegas realizó este jueves una solemne ceremonia para conmemorar el tercer aniversario de la peor masacre a tiros ocurrida en suelo estadounidense, cuando 58 personas fueron acribilladas en un festival de música al aire libre.
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“Hoy hace tres años, un nefasto acto de violencia enlutó a nuestra ciudad, a nuestro estado, a nuestro país”, expresó el gobernador de Nevada, Steve Sisolak, ante unos pocos asistentes en un anfiteatro de la ciudad.
Con la voz entrecortada por la emoción y cubierto con una mascarilla para protegerse del coronavirus, elogió a “todas las personas que nos ayudaron a superar ese momento trágico”.
“Las familias de las víctimas siempre estarán en nuestros corazones desde ese primero de octubre”, añadió el gobernador, “y nunca jamás olvidaremos lo que ocurrió ese día, las vidas que perdimos, las vidas que quedaron para siempre cambiadas a partir de ese momento”, agregó sobre la masacre.
A la ceremonia asistieron unas 200 personas, en su mayoría sobrevivientes, amigos y políticos locales. Inicialmente se iba a permitir sólo una concentración de 50 personas, pero el gobernador, de extracción demócrata, accedió a relajar las restricciones sanitarias y permitió un tope de 250.
Casi un millar de heridos
Aparte de los 58 muertos, según el conteo oficial, más de 850 personas resultaron heridas por la masacre ocurrida cuando un solo individuo, armado con un fusil automático, disparó desde una ventana del Mandalay Bay hacia el festival de música, en el que participaban unas 2.000 personas. La policía eventualmente determinó que 413 de los heridos sufrieron lesiones de balas o esquirlas, y los demás fueron lastimados en la estampida desde el lugar.
El director de la policía del condado Clark, Joe Lombardo, anunció el jueves que aumentó el saldo de víctimas fatales a 60. En días recientes había sido criticado por negarse a modificar la cifra a pesar de la opinión de los forenses de que dos mujeres fallecieron en el año pasado a raíz de heridas sufridas en la tragedia.
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“Todos somos una estadística”, declaró en el evento Albert Rivera, padre de uno de los fallecidos en la masacre, el joven de 21 años Jordyn Rivera.
“Todos somos parte de esta fraternidad de la que ninguno de nosotros quería ser parte. Pero a raíz de esta tragedia, nació una nueva familia”, añadió.
Rivera recordó también a Greg Zanis, un carpintero de Aurora, Illinois, quien falleció en mayo pasado y quien “se abocó a la tarea de armar una simple cruz blanca por cada preciosa vida perdida”.
La imagen de esas cruces frente al icónico letrero que dice “Welcome to Fabulous Las Vegas” se ha convertido en un símbolo del funesto evento.