Sólo le bastó un wok, su cocina y los ingredientes necesarios para sazonar diferentes tipos de Risotto, para iniciar un emprendimiento culinario de este sabroso platillo tradicional italiano. Iván Erick Ortega siempre se había dedicado al oficio de garzón en Santiago, pero la pandemia, como a muchos, lo dejó cesante. Al estar ligado al mundo de la gastronomía, no fue difícil que aprendiera a cocinar como un chef, siendo el Risotto su especialidad.
PUBLICIDAD
Así decidió dedicarse a lo que sabía hacer. Aprovechando lo que tenía a mano en su casa, en abril del 2020 creó la Risottá, risotto a la puerta de la casa. «Rico, barato y con cariño», dice su slogan, y con el ingrediente extra de ser repartido por su propio chef y en bicicleta, en honor a su otra gran pasión: ser ciclista.
Su proyecto comenzó en plena psicosis del coronavirus. Le costó partir, que llegaran pedidos, pero no bajó los brazos. “Tenía cuentas que pagar y además estaba haciendo lo que me gusta. Esta mezcla me ayudó a seguir y ponerle el hombro”, relata a Esfuerzo Pyme y Publimetro.
Su humeante oferta fue bien recibida y rápidamente se hizo de hartos clientes. Ya era julio. Su cocina no paraba. Tampoco los repartos en bicicleta, los que lamentablemente terminaron por pasarle la cuenta. En plena jornada de entrega y en el mejor momento de sus ventas, Iván sufrió un grave accidente pedaleando, lo que lo obligó a ponerle una larga pausa a su trabajo.
«Volvía de repartir. Iba por la calle, al costado del GAM (Alameda con Portugal), me topé con un auto anónimo y caí mal. Sucedió en la noche, poco antes del toque de queda. Terminé con luxación de clavícula. Estuve dos meses en cama. Menos mal no hubo fractura, pero me impedía moverme. Fue una recuperación lenta, me tuve que bancar un tiempo inmóvil», recuerda.
¿Cómo enfrentaste ese revés?
Fue muy difícil. No tengo ningún tipo de previsión, tuve que gastar lo que había ganado, me concentré en recuperarme para volver a trabajar.
Superada la crisis, Iván se dio cuenta que lo que había comenzado como un emprendimiento para superar la pandemia no sólo se consolidó, podía extenderse. Anunció por su Instagram @larisottapopular su retorno a la cocina y al reparto, y los pedidos llegaron: “La Risottá me surgió de manera bastante espontánea, era por un tiempo, pero ya la veo como algo permanente”, asegura.
¿Por qué cree ese emprendimiento transitorio se vuelve permanente?
Para mí, la clave para emprender es proyectarse en algo que uno sabe que le sale bien, para que no haya un proceso de aprendizaje. Eso hace que todo salga más rápido. Además, a mí me ayudaron mucho las redes sociales. No saco nada con hacer el mejor Risotto del mundo, si nadie tiene idea. Hay otro punto que deseo destacar, el hecho de no esperar nada del Estado te pone en una perspectiva bastante más proactiva, porque si te sientas a esperar que alguien te ayude y eso no pasa, lo único que haces es perder tiempo y energía.