Pablo Ortúzar es anropólogo social y magíster de Análisis Sistémico aplicado a la Sociedad, por la Universidad de Chile. Actualmente cursa estudios de doctorado en la Universidad de Oxford y fue representante en Chile de The Global Shapers Community (Foro Económico Mundial), además de ser integrante del Instituto de Estudios de la Sociedad.
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Este sábado publicó en el diario La Tercera una columna de opinión que, con el título de «Jiles y los giles», generó una diversidad de opiniones y reacciones en las redes sociales.
En una parte de su editorial, sostiene que «muchos políticos no entienden que sólo las élites están polarizadas, mientras que las mayorías están cansadas, indignadas y expectantes de soluciones concretas. Que la expectativa popular sobre los representantes no es que hagan mímica de la indignación, sino que sobria y seriamente trabajen sobre sus causas. No es más chimuchina y más escupo lo que se espera de ellos, sino trabajo, acuerdos, visión de futuro. No les pagamos millones de pesos por sus lágrimas de cocodrilo».
Jiles, una «empresaria de la farándula»
Luego, el experto analiza que «la incapacidad para hacerse cargo de esta expectativa ha parido un verdugo de la clase política: la diputada Pamela Jiles. ¿Es una revuelta? No, señor: es un reality. Su rol es organizar la humillación mediática de sus pares, dándole forma de reality show al Congreso. Es la conductora del programa de entretenimiento más caro y absurdo de nuestra historia. Uno donde políticos decadentes compiten en maltrato y vulgaridad para buscar patéticamente el favor popular. Y mientras más se esfuerzan en ello, más miserables y despreciables se ven».
Más adelante, Ortúzar sostiene que «Jiles ejerce su cargo como profesional, porque lo es. Es una experimentada empresaria de la farándula, esa forma de distracción de masas basada en el sadismo, el morbo y la denigración. El circo romano del capitalismo chatarra, donde personas desgraciadas compiten por rating y “fama” presentándose a sí mismas como objetos de consumo que son preferidos o descartados por los espectadores. Este opio de las masas ha sido, gracias a Jiles, precipitado contra las propias élites. Y ella dirige el programa, pero no lo montó. Sus ingredientes estaban ahí, a la espera de algún productor».