Hace meses que el senador Alejandro Guillier no comparte un café con alguno de sus colegas. Desde sus inicios políticos ha trabajado con los independientes, con las organizaciones, y desde el “estallido social” se enfocó en reforzar esos lazos. Además, muchos de sus pares lo fueron decepcionando. Prometen cambios, pero se quedan sólo con la “lucha por el poder”, dice. Por lo mismo, su mirada del proceso constituyente es crítica.
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Usted no estaba de acuerdo con el diseño del proceso constituyente. ¿Cómo ha visto su evolución?
Cuando se produjo el acuerdo de noviembre, yo dije que en los términos en que estaba, no iba a flotar, porque no estaban incorporados los independientes, pueblos originarios, no tenía paridad de género, regiones, chilenos en el exterior, estaba lleno de vacíos. Era un acuerdo de cúpulas, para hacer un proceso constituyente entre las élites.
Voté en contra, pero se instaló el proceso y hemos decidido apoyarlo, pero dotándolo de legitimidad, es decir, participación ciudadana. Pero a un año de eso, no hay independiente, no hay pueblos originarios y si no es porque un millón de mujeres se reunieron en Plaza Italia y en muchas regiones, no habría paridad. En los términos en que el proceso está convocado hoy, sin independientes ni pueblos originario, no hay legitimidad.
¿Qué riesgo ve en que esto se mantenga así?
Si el proceso termina integrado sólo por figuras conocidas, que son más de lo mismo, eso va a fracasar, va a generar desafección y lejos de transformarse en una llave maestra que le abre el horizonte a Chile para los próximos 40 años, va a sumir al país en una crisis de legitimidad política que se puede arrastrar por años.
El proyecto presentado por Camila Vallejo, el mismo que pretende eliminar los 2/3, propone mecanismo de participación ¿Usted lo apoyaría o cree en otra fórmula?
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Más que quórum, lo que es determinante, es que la ciudadanía sienta que este proceso le pertenece y los partidos políticos están legítimamente jugados a que la convención refleje al Chile real, que ningún sector este sobre representado. Todos tienen que poner patriotismo y generosidad. El proceso está lleno de trampas, porque en su confección no todos querían un proceso ciudadano y lo siguen confirmando.
Se necesita de los partidos para los cambios ¿Qué salida ve usted?
La ingeniería política ya no tiene mucho que hacer, hay que asegurar los escaños y los independientes. Ojalá que los independientes puedan participar a través de los que están organizados, por medio de las organizaciones de la sociedad civil, para darle una canalización y cierta estructura para que no se dispersen. Necesitamos ordenar a los independientes en función de ideas.
Sectores han puesto freno a eso ¿Va a ser suficiente?
El calendario se está haciendo inviable, es imposible llegar a la segunda semana de enero con los candidatos inscritos, esto se desequilibró. Necesitamos prorrogar la fecha de presentación de listas y eso depende de cuando se apruebe todo en el Congreso. Si no hay un cambio, el proceso va a fracasar. Tiene que haber un cambio de actitud. No sean miopes, no es una elección más donde están en disputa cupos de poder. El proceso constituyente le pertenece a la ciudadanía, lo único que tienen que hacer los partidos es hacer bien la pega, sino, vamos a pagar con la ingobernabilidad y vamos a entrar en una decadencia muy triste. Partidos políticos están demorando esto no por simple desidia, sino porque no está en su diseño la participación de la sociedad en el proceso, no creen en la ciudadanía y consideran que las élites van a resolver el problema. Ese es el problema, Chile no está dividido ni tensionado, es la elite la que no quiere abrir las puertas para legitimar un nuevo ordenamiento.
¿Qué queda?
La única manera de tener un proceso fluido, porque la inmensa mayoría ha dicho que quiere un proceso institucional, democrático y participativo, es que entiendan eso. Y no tiene que ver con derecha o izquierda. Chile tiene una ciudadania sana, no hay enfrentamiento en las calles, es la elite la que está confundida, es la falla de los pocos que han controlado el poder y que no quieren soltarlo. Hay que apelar a la movilización social. Si la gente se va a la casa, esto se entrampa, porque lo que mueve este proceso es la movilización. Hay que defender el derecho a que la elite no se robe el proceso. El proceso constituyente es ciudadano, y la movilización social tiene que sacar los obstáculos.
Pero el llamado a la movilización está «satanizado»…
Ese discurso es el conservador, es recurrir al miedo para inmovilizar. Es una vieja práctica que está en los orígenes del poder. Chile va a salir adelante con la esperanza de que es posible mejorar nuestra convivencia nacional y repartir mejor la riqueza.
¿Qué peligro ve en que los partidos sigan perdiendo legitimidad?
El problema no está en las bases de los partidos. Hay tal divorcio entre las élites y las bases, que hacen necesaria la renovación. Todo esto que vivimos va a ser parte de un proceso que va a sacar a los apernados. Las élites no son sinónimo de la gente de los partidos, son grupos que se apropian y que impiden y bloquean las decisiones al interior de los mismos. Si eso no lo entienden y cambien, es porque no tienen visión histórica y me temo que nadie se salva.
¿Hay una fecha de vencimiento para esos cambios?
Vienen dos pruebas inmediatas. Veremos cuanta gente movilizan en las primarias de fin de mes. Si hay una gran participación, sería una reafirmación del proceso constituyente, pero si no va nadie, los partidos van a tener que ponerse de acuerdo en redefinir las reglas. Lo otro va a ser en enero, y si los independientes salen a buscar firmas y no lo logran, ahí muere el proceso constituyente.
¿Y usted que rol espera jugar?
Estamos presentando proyectos para que los independientes estén en igualdad de condiciones y, en segundo lugar, vamos a presentar un proyecto para asegurar la participación como eje central en la convención constitucional. Además estamos creando plataforma que permitan articular a dirigentes.
¿Descarta candidaturas por ahora?
Quienes perfilan candidaturas en un país donde no sabemos qué va a pasar, creo que comenten un error. El éxito de la instalación del proceso constituyente va a ser determinante. Va a ser la ciudadanía la que va a ir levantando liderazgos, y uno tendrá que estar donde debe estar, donde la ciudadanía quiera. Uno tiene que estar al servicio de su país y la gente sabrá y le dirá ‘señor, sabe, quiero que se vaya a su casa. Muchas gracias’. Y si te piden seguir, lo harás, pero no puedes andar toda la vida detrás de un cargo, es enfermizo.
¿Y qué le dice la gente?
Está agradecida de que uno haya entendido su punto de vista, porque uno trabaja para ellos.
¿Aún considera que se deben adelantar las elecciones presidenciales y parlamentarias?
Piñera hace rato que ya no gobierna, hace un año. El estallido fue incapaz de dirigirlo. Su gobierno es un pato cojo. Hace un año que planteé adelantar elecciones generales, hubiéramos comenzado quizás en marzo con un nuevo gobierno, enfrentando la pandemia de manera distinta y lo mismo con la Constitución, no habríamos perdido el año, pero estamos peor. En un año más vamos a estar aún peor que ahora, las pymes quebrando, las familias sin protección, el país sin conducción, ese es el escenario. Lo veo con desesperación y vamos a perder un año más.
¿El movimiento social tiene que persistir en un cambio adelantado de Gobierno?
Yo no puedo decir lo que la gente tiene que hacer. Los movimientos lo menos que quieres es paternalismo. Cada chileno tiene su propia conciencia y yo cada día confío más en la gente y menos en las élites. No estoy azuzando a nadie, lo lo que digo es que perdimos un año y vamos a perder otro.