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Alejandra Matus: “La pandemia evidenció las debilidades del hiperpresidencialismo chileno”

La periodista confìa en que el proceso constituyente mejore al país, y critica el manejo oficial del coronavirus, que para ella es el reflejo de un sistema muy autoritario.

Aclara Alejandra Matus que en mayo próximo vuelve «con camas y petacas» a Chile, tras un nuevo periodo de residencia en Estados Unidos iniciado en agosto de 2019 para estudiar un master en escritura creativa.

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Antes estuvo en el país norteamericano por dos años como asilada política, pues fue acusada por violación a la Ley de Seguridad Interior del Estado debido a lo que reveló en «El libro negro de la justicia chilena», de 1999.

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Y a la distancia, la mirada de la periodista es muy crítica sobre la realidad chilena, pero confía en el proceso constituyente y en el compromiso de los ciudadanos.

«Este es un momento crucial y muy esperanzador, pero también muy riesgoso pues jamás habíamos tenido la posibilidad de hacer una Consititución considerando la participación de la ciudadanía. Y este proceso debe abrirse entre la pandemia de coronavirus, la crisis de confianza, los problemas económicos y varias elecciones. Todo es complejo y desafiante, pero creo que la gente sabrá distinguir lo principal de lo secundario para ayudar a que Chile tenga una Constitución que de verdad lo haga un país democrático”, dice la también panelista del programa Paula Libre de La Red.

-Hay temor de que el proceso sea dominado por los partidos políticos, muy desprestigiados y que no iniciaron el camino de cambios…

—Lo raro es que los momentos electorales diseñados en el pasado se superponen con este momento refundacional. Es extraño, elegir alcaldes, gobernadores, parlamentarios y hasta el próximo Presidente bajo la Constitución de 1980, cuando las energías están puestas en redactar una nueva Constitución. Son mundos paralelos que corren con sus propias lógicas, pero deben desembocar en un solo proceso.

-Desde lejos usted removió al país con sus tuits que denunciaron el mal manejo de la pandemia. ¿Cómo ve ahora la gestión del coronavirus acá?

—Lo que más ha quedado en evidencia son las debilidades del sistema político hiperpresidencialista chileno. En Estados Unidos un presidente como Donald Trump ha dicho treinta burradas por segundo, pero como no tiene todo el poder cada estado puede tomar sus propias decisiones.

-Pero Estados Unidos sigue siendo el país con más enfermos y muertos…

—Es cierto, pero sería peor si los estados no decidieran. Por ejemplo, Nueva York fue epicentro al inicio de la pandemia, pero tomaron medidas y ahora hay protocolos muy estrictos que permiten controlar la situación. Y los estados que siguieron los consejos de Trump ahora están pagando el precio.

-Volviendo a Chile, ¿aprecia mejor o peor el manejo de la pandemia?

—Como lamentablemente tenemos un solo mando, el ministro de Salud de turno debe obedecer los mandatos del Presidente (Sebastián Piñera), quien no ha estado convencido de tomar las medidas necesarias. Y por eso se ve  burocracia y muchas excepciones. Son medidas formalmente correctas, pero al aplicarlas nunca han servido para controlar la pandemia. Es ridículo que la gente circule de lunes a viernes para trabajar y comprar, y los fines de semana se les confine. Las medidas deben ser consistentes en el tiempo.

-¿Qué explica esa lógica tan ilógica?

—Es el reflejo de un sistena muy autoritario. Nada se explica. No hay argumentos para justificar lo que se hace ni se da la posibilidad de discutir. Hasta ahora nadie sabe por qué se mantiene el toque de queda. Y se puede viajar al extranjero, pero no dentro del país. Todo es opaco. Es  «The chilean way»… La mayoría tiene trabajos precarios, pero el Gobierno no les ayuda y deben gastar sus ahorros. Y para eso existen los Gobiernos, para apoyar a su gente, no para anunciar la segunda ola de la pandemia.

-¿Cómo se aprecia a Chile desde el exterior?

-En febrero escribí para una revista de EE.UU. un artículo titulado ‘El fin de la fantasía chilena’, que resume la perplejidad con que fue visto desde fuera lo que pasó a contar del estallido social. Pero creo que desde hace tiempo ya no éramos los «jaguares» de los 90, algo que murió durante el gobierno de Eduardo Frei. Hoy nos ven como un país que integra un grupo de naciones que de alguna manera ponen en tensión la capacidad de la democracia representativa para procesar los condlictos políticos de sus sociedades. Si hay algo significativo resaltado por los medios internacionales es qu en Chile, donde nació el neoliberalismo, es donde va a morir. Esa es una frase que se ha repetido bastante.

-Hace tres años usted publicó el libro «Mitos y verdades de las AFP», ¿cómo analiza lo que ha sucedido con las administradoras?

-Nunca imaginé lo que está pasando en términos de cuestionamientos con ellas, un pilar del sistema. Ni siquiera el escritor con más imaginación pudo adelantar los efectos del estallido social y de la pandemia , que han tenido un efecto corrosivo en las apariencias, que se han derrumbado y dejaron en evidencia la realidad chilena. No hay espacio para campañas comunicacionales. Además, el pueblo chileno ha sido super sensato en todas sus conductas, y por eso irrita cuando el Gobierno, al anunciar medidas, sigue depositando la responsabilidad en la gente, que debe recurrir a su 10% o bien tiene que autocuidarse. Si la pandemia no ha sido peor en Chile es porque la gente se cuida más allá de lo que les dice el Gobierno, pues si hicieran caso a muchas medidas extrañas, la situación sería más dramática.

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