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Patricio Fernández y candidatura constitucional: “Estoy más acostumbrado a burlarme de mí que a venderme”

A sus 51 años, el fundador de “The Clinic” decidió meterse de cabeza a la política y se postuló como candidato a la Convención Constitucional. “La sensación de que la elite se retroalimenta entre sí y que define los destinos de todos sin considerar nuestras realidades genera rabia y furia”, asegura.

Desde el 2015, el periodista Patricio Fernández ha estado vinculado formalmente con el proceso constitucional; aquel año, la expresidenta Michelle Bachelet le pidió integrar el Consejo de Observadores Constitucionales. Pero, como asegura, desde antes de que fundara The Clinic, en 1998, se ha dedicado a analizar los cambios en la sociedad y las demandas de la ciudadanía.

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Con esa experiencia y convencido de que las transformaciones vuelven urgente un “nuevo pacto político”, Fernández espera ser electo para integrar la Convención Constitucional en representación del Distrito 11.

¿Es raro ser candidato?

Es rarísimo. Jamás me había imaginado como candidato ni me he ganado ningún concurso. En general soy más crítico conmigo mismo que capaz de promoverme como una persona a la que hay que prestarle atención y darle un voto. Estoy más acostumbrado a hacerme bolsa o burlarme de mí, que a venderme.

Ofertarse como una alternativa confiable a veces da pudor, pero me encantaría que me creyeran. Este es un tema en la que yo llevo años ¿Por qué no terminar la tarea bien? Restarse por miedo o cálculos menores, no. Acá uno sólo gana hacer una pega digna que le funcione al país, porque no se gana plata, tranquilidad, descanso ni paz. Hay que tener una convicción muy fuerte.

¿Y por qué desde una lista con los partidos de la izquierda tradicional?

Participo del pacto Nuevo Trato, constituido por gente que se fue del Frente Amplio y gente que entiende que el periodo concertacionista está muerto. Creemos que hay que constituir un espacio renovado y nuevo que incorpore a las nuevas generaciones y las nuevas maneras de ver el progresismo. Y estamos en la lista del Apruebo, porque fue la que hizo el esfuerzo por ser la más amplia. Me hubiera gustado participar de una lista que reuniera a la oposición completa, pero no se pudo y, por lo tanto, me sumo a la lista en que caben más. El esfuerzo por hacer cambios requiere de la renuncia de las particularidades y las vanidades de cada una de las partes. Hay que aunar fuerzas.

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Pero estarían recibiendo las mismas críticas que Chile Vamos por aliarse con Kast…

Es posible. Chile Vamos al conseguir esa unidad, como estrategia política, es virtuoso, que duda cabe, era lo que pretendía parte de la oposición. Pero también creo que lo que sucede ahí es que han forzado una alianza de mundos que quiero creer que están mutando. Para algunos que están transformándose, que se han ido abriendo a los derechos sociales garantizados, que se han ido convenciendo de las virtudes de una democracia real, que han ido generando diálogos con el otro lado, accediendo a demandas como libertades individuales, estar aliados con un grupo fascista, creo que puede ser nefasto. Ahora, tengo la esperanza de que al interior de la convención se genere un desgrane fuerte y que quienes vayan como independientes y salgan electos, que no hagan alianzas ni sean un sólo bloque con esos grupos más sectarios y fascistoides. Y que quienes llegaron dispersos encuentren también el ánimo para unirse en torno a demandas comunes.

¿Ha conversado con los timoneles de los partidos de la lista del Apruebo? 

Mi diálogo no es con las grandes estructuras partidarias tradicionales. Estoy dialogando con otros mundos y toda posibilidad de asociación en función de lo nuevo con ellos, bienvenida. Pero si ahí lo que se ve y percibe es reacción, las miserias que hemos conocido el último tiempo, no será uno el llamado a obedecerlo. Muy por el contrario, hay que forzarlos a transformarse.

En reiteradas ocasiones ha hecho una defensa de «ser amarillo» ¿No le podría jugar en contra? 

No lo sé, en todo caso, esa postura es en la que creo profundamente. Es una respuesta provocativa, casi burlona, para esos que llaman «amarillo» al que atiende las razones del otro, al que está dispuesto a ayudar, al que se está abriendo a nuevas preguntas y respuestas todo el tiempo, al que no se cree que tiene la verdad completa, como el que trata de imbécil o prescindible. El proceso constituyente es un proceso de escucha, donde si bien uno lleva sus convicciones, y yo las tengo, lo que se hace es ponerlas en juego con otras, con disposición, incluso, a descubrir las verdades que trae ese que no conocemos.

¿Qué le parecen los nombres que lleva la derecha en tu distrito? 

Algunos son representantes de mundos que conocemos de memoria, que si bien envejecen y se distancian de la ciudadanía, ahí están. Algunos pretenden mantener un cierto esquema de pensamiento que creo que no se adecua a los tiempos que vienen, algunos herederos de la dictadura y otros enemigos del proceso constituyente de manera furiosa, como Marcela Cubillos. La lista de Chile Vamos es la lista del rechazo con gente que estuvo en el Apruebo. Dentro de mi lista me pone muy contento el ambiente que se ha generado. Me pone contento la sensación de que el que sea que gane, va a ser virtuoso y bueno para este proceso. Espero ser yo el que represente a al lista, pero cualquiera contaría con todo mi apoyo y el de todos.

¿Están trabajando en conjunto? 

Nos hemos reunido, estamos en contacto por un WhatsApp. Yo creo que falta reunirnos más y creo que es un esfuerzo en el que deberíamos avanzar todos. Espero que alcancemos una complicidad mayor.

¿Qué está haciendo para conectar con la gente?

Como independiente a uno le cuesta ir encontrando los núcleos desde los cuales reunirse con gente, más allá de las personas en el uno a uno. Pero lo que he ido consiguiendo, gracias al apoyo que me dan militantes del PS y el PPD, es llegar a través de ellos a organizaciones sociales. Por ejemplo, estuve reunido con Rosa Jiménez, dirigenta de Lo Hermida de los vecinos sin vivienda y que va de candidata a concejal, emergida muy desde el pueblo. Me interesa ir generando una estrategia de generar organizaciones para mantener esta conversación a lo largo de todo el proceso. Yo no soy alguien que llega como un iluminado con sus propias ideas solamente, en buena medida uno es un contacto con el mundo social junto al cual reflexiona, grita y genera contenido que vamos a proponer en la Constitución.

¿Cuáles serían los puntos clave de cara a la redacción de la nueva Constitución?

He notado dos grandes polos como enemigos del proceso. Uno es el miedo por parte del mundo más reaccionario, y otro es la rabia por parte de los más revolucionarios. Los que están con miedo quisieran que nada se mueva, que nada cambie, como que están sintiendo que el mundo se va a acabar, y eso hay que transformarlo en esperanza, así como la rabia, que también lleva a una reacción parecida, pero inversa. La sensación de muchos de no ser escuchado y que las decisiones las toman unos pocos, es una demanda muy fuerte. La sensación de que la elite se retroalimenta entre sí y que define los destinos de todos sin considerar nuestras realidades es muy fuerte y genera rabia y furia. eso tiene que llevarnos a pensar no solo a incorporarlos en la participación, sino que también en los mecanismos que la constitución va a establecer para la participación permanente de la gente.

Otra demanda muy clara son los derechos sociales que el Estado se debe hacer cargo de garantizar. Salud, educación, pensiones y vivienda.

¿Crees que con la redacción de una nueva Constitución se logra «calmar» las demandas? 

Tengo la esperanza de que el proceso de calma va a comenzar con el proceso constituyente, no es solo la Constitución. Esta va a transformar los ánimos así de golpe y porrazo y vamos a pasar de ser unos enojados a hermanos que bailamos en las esquinas, no. Pero sí puede ser el punto de llegada del proceso constituyente y el punto de partida de un proceso político de un nuevo ciclo. La nueva Constitución viene a terminar de sepultar un ciclo político. Después de esto se van a abrir múltiples caminos. Por eso tiene que ser lo suficiente abierta e inteligente, para dejar espacio al desarrollo de los proyectos del siglo XXI.

¿Cómo ves el escenario presidencial con miras a ese proceso?

Es muy importante. Este va a ser el primer presidente que se va a someter a la nueva Constitución. Será un presidente que no sabemos cuántos poderes, respecto del actual, va a tener, porque una de las cosas que uno esperaría es que se matice el hiperpresidencialismo que existe. Lo que uno más espera, además, es que el próximo presidente represente el próximo ciclo.

Hasta acá, todos los candidatos que hemos visto del mundo concertacionista son nombres que uno dice «son nombres que vienen del cementerio». No hay nada que los enchufe con el momento. Algo tiene Paula Narváez, por lo menos hay como un oxígeno. Y también veo con buenos ojos la aparición de nuevos nombres en la derecha. No por que me gusten, y tampoco soy fanático de la Paula Narváez -no la he visto nunca en mi vida y no la había escuchado- pero me parece interesarte que emerjan figuras nuevas. Si hubiera tiempo ojalá emergieran más.

¿Te haría más sentido un candidato del Frente Amplio?

Yo fui un entusiasta del Frente Amplio en su nacimiento, lo participé. Me vi capturado por ese entusiasmo, pero creo que lo que hemos visto en su devenir no es lo más feliz en cuanto a organización política. Se ha anquilosado, se ha politizados e una manera muy tradicional, el modo en que han empezado a ver las izquierda y las alianzas que han hecho me parece que niegan el frescor que uno esperaba ver. Nadie puede decir  que irse de la Concertación al Partido Comunista es precisamente un  acto de renovación y juventud. Incluso se olvidan que el PC gobernó dos años atrás.

El mundo que más me representa es el Nuevo Trato, y no es que esté representado con nombres rutilantes y tenga candidatos magníficos, pero es un espacio desde el que me gustaría que aparecieran. Es un espacio que da por muerta la Concertación y que hay una respuesta que no se debe ir a buscar al otro lado donde el Frente Amplio cree encontrarla, sino que hay que volver a pensar, reunirse con libertad, pensar con frescura y vincular nuevas voces, ampliarse a sectores sociales nuevos.

¿Cómo analizas la posición en que queda Beatriz Sánchez?

Me tinca que está muy incomoda con lo que ha pasado con el FA. Tiendo a pensar que no se siente para nada feliz, encerrada y cooptada por las instrucciones del PC. Tiendo a pensar que no le acomoda haber perdido l ala libertad del FA. Creo que ella quiere creer lo que dice, pero vamos a ver si es verdad. No dudo de su buena voluntad, sí en si la organización política que la acompaña sigue ese deseo.

Todo lo que sea la ciudadanía haciéndose escuchar y poniendo sus convicciones me parece feliz y entusiasmante. Pero si la pretensión de algunos es obstaculizar el desempeño democrático de los representantes creo que hay que condenarlo. Es fundamental que participen, si quieren estar con carteles, eso se llama democracia. Si otros quieren quemar el Palacio Pereira o impedir que llegue un representante, que no creo que pase, no solo debe ser condenado sino que considerado delito.

Última pregunta

¿Qué pasa con los medios que siguen en crisis?

Conozco bien el devenir de los medios en los últimos años. El sistema está cambiando en el mundo entero. A muchos de los grandes medios ya los vemos terminando o en un estado de disolución. Van a sobrevivir los más grandes, los que tienen espaldas y un apoyo que va más allá de sus lectores. Pero mientras vemos la muerte de medios, vemos el nacer de otros. Y eso se llama, también, redes sociales, personas que casi se constituyen en medio. Se llama generación de nuevas confianzas a través de otros canales.

 

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